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CAPÍTULO 4 PETICIÓN NO CONCEDIDA

Hola chicos y chicas, de nuevo yo me presento para dejarles este nuevo capítulo de "La obligación del lobo".
Antes que nada, siento mucho no haber podido publicar días anteriores, tuve exámenes muy pesados las semanas pasadas, y me absorbieron casi completamente. 
Bueno, sin más ni más les dejo el capítulo. 





CAPÍTULO 4 PETICIÓN NO CONCEDIDA
—No puedo creer que hayas cultivado todas esas flores—comenté con admiración mientras miraba el campo lleno de una infinidad de flores. Rosas silvestres, alhelís, hibiscos, jazmines, liliums e incluso licorys se mecían plácidamente al compás del viento que resoplaba gentilmente una y otra vez.

—Son hermosas ¿Cierto? —preguntó mi hermanito con una tierna sonrisa en su rostro, admirando con total embeleso aquel colorido campo de flores. No queriendo ceder ante sus encantos contesté:

—Son bellas es cierto—su cara se iluminó—Pero siguen siendo inútiles—seguí impertérrito ante el desvanecimiento de su sonrisa.

—Eres imposible—una puchero asomó sus labios, y sus ojos resplandecieron en decepción.

—Sólo soy pragmático—respondí aun sin modificar mi tono de voz frío y plano de emoción.

—Eres aburrido ¿Es que no vez la magia que desprenden las flores? —mi hermano extendió ambas manos señalando el panorama y la inexistente magia.

—No—otra vez un puchero se formó en sus labios.

—Hermano, por favor esfuérzate por esta vez—Grey me miró con aquellos ojos de cachorro imposibles de evadir. Ese chico sí que sabía cómo persuadir.

—Qué quieres que mire—respondí unos segundos después sin poder contenerme.

— ¡GENIAL! —dio un saltito de felicidad. —Cierra tus ojos—dijo con voz presurosa.

—Creí que querías que viera algo—solté algo confuso.

—Aun quiero que lo veas, sólo que no será con tus ojos. Así que ¡ciérralos! —Haciendo caso a mi hermanito cerré mis ojos y esperé a su siguiente indicación.

—Ahora deja fluir un poco tu magia al exterior—impaciente, liberé un poco de magia, tal como había dicho Grey.

En un principio ninguna nueva sensación invadió mi cuerpo, simplemente podía sentir como mi magia era retirada de mi ser por mi propia voluntad. Pasaron los minutos y ningún cambio podían percibir mis sentidos. Cuando estaba a punto de abandonar la estúpida idea de Grey, una sensación de calor invadió por completo mi organismo. Una suave caricia, tierna y reconfortante abrazó mi corazón, haciendo que el palpitar de este se volviera calmo.

— ¿Qu-qué demonios es eso? —mascullé nervioso pero sin abrir mis párpados.

—Es la magia—susurró emocionado—¿Puedes sentirla? ¿Puedes verla? ¿Es hermosa no crees?

Aquella ocasión fue la primera vez que lloré después de mucho tiempo de no hacerlo. La sensación de la magia era tan maravillosa y desconocida incluso para mí, un mago, que no pude evitar exteriorizar mis sentimientos. Y pese a todo, ahora pienso que la magia no me era desconocida; las sensaciones que me transmitió en aquella ocasión, eran parecidas a las que mis padres podían transmitirnos a mi hermano y a mí.

Ese día permanecí fuera hasta el anochecer; sintiendo esa presencia reconfortante en mi cuerpo recorriendo dulcemente mi alma y mente. Y como era de esperarse de él, Grey estuvo a mi lado todo ese tiempo. Aún recuerdo la bella sonrisa que se colocó en su boca cuando me vio llorando, y la expresión de ternura que compuso cuando yo quise quedarme en ese lugar.

Grey en muchos aspectos era una persona grandiosa. Realmente extraño su presencia. Tanto que a veces pienso en seguirlo a donde sea que esté.

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Conaire

La diáfana luz del amanecer, era reflejada por el agua contenida en el río que circulaba el castillo de la media noche. El olor florar de la saponaria impregnaba casi todo el radio circundante de donde yo me encontraba, haciendo que mis sentidos se saturaran ligeramente por el dulce aroma. La vista era preciosa, el ambiente sereno y reconfortante; y todo eso hubiera sido un idóneo lugar para pasar el tiempo, si no fuera porque tenía que lavar ropa.

Suspirando resignado miré la gran montaña de prendas sucias que se acomodaban desordenadamente en el suelo, realmente esto tenía que ser una pesadilla ¿Tan grave había sido la broma? Es decir, Amarok se había curado en tan sólo un par de días, pero yo aún seguía lavando montañas y montañas de ropa hasta terminar casi completamente loco por el aburrimiento.

Con otro prolongado suspiro tomé la prenda más cercana, la unté con un poco de la mezcla jabonosa y comencé mi ardua tarea de limpieza. Por suerte para mí, el sol permaneció reinando los cielos ahuyentando toda nube que amenazaba con descargar la pesada agua sobre nuestras cabezas. Lanzando un enorme gracias hacia el cielo, seguí lavando y aburriéndome a lo grande.

Las horas pasaron y yo seguí en mi tarea, mis manos se movían diestras por la experiencia que los otros seis días me habían concedido en esta área tan  malditamente lenta. Y a pesar de la irritante monotonía, el pensamiento de que hoy sería mi último día lavando ropa me impulsaba a seguir adelante. Pronto, muy pronto podría ser libre para hacer toda clase de actividades más interesante.

—Conaire ¿Cómo vas con eso? —la voz de Elathan me sacó de mi estupor momentáneo.

—Ya casi termino—contesté enfurruñado. —No será que tu…

—Vengo a traer más ropa—completó el maldito con una sonrisa resplandeciente.

—Eres un carcelero vil —susurré contrariado mientras observaba a Elathan con la nueva montaña de ropa que traía entre sus brazos.

—Tienes razón, lo soy—dijo mientras acomodaba la ropa en el suelo. —Pero alégrate, hoy es el último día que lavarás ropa. —la sonrisa de ese hombre era tan jodidamente grande. Realmente las ganas de tomar una de aquellas prendas y pasarla por el cuello de Elathan no me hacían falta.

—Me vengaré—susurré con sorna. —Ya lo verás.

—Hasta que ese momento llegue, seguiré regodeándome ante tu infelicidad—Elathan era un hombre a quien admiraba y respetaba, a mi manera. Pero en estos momentos lo único que quería hacer era arrancarle la lengua.

—Te odio—miré al hombre con molestia.

—Lo sé, yo también te aprecio. Pero tienes que aprender de tus errores.

—Bien, por lo menos llévate la ropa mojada—pedí resignado.

—Está bien, la llevaré de vuelta al castillo—al decir esto, Elathan tomó la canasta donde tenía la ropa mojada. —Volveré en un par de horas con tu comida. Por favor no hagas nada que después puedas lamentar.

—No lo haré, ya date prisa aun tienes…

El sonido de una explosión no me dejó acabar con la frase, alterado busqué la causa de aquel sonido, pero mi vista no encontró nada fuera de lo normal. Aun alarmado miré a Elathan en busca de alguna explicación, cuando mis ojos conectaron con la figura buscada, pude observar que el hombre se veía algo irritado, corrijo, sumamente irritado.

—Elathan que su…

— ¡Maldita sea! —gruñó enojado. —Le dije a ese idiota que tuviera cuidado con aquella máquina, es muy vieja y podría causar problemas si no la dejaba enfriar.

—Qu-qué máquina—Elathan suspiró hondamente y sin mirarme contestó:

—Hace mucho tiempo, cuando aun el antiguo rey dominaba las tierras; un hombre de apariencia extraña pidió asilo en el castillo de la media noche. Para sorpresa de todos, el rey accedió a concederle una habitación. Si no mal recuerdo, aquel extraño visitante vivió por alrededor de catorce días en una de las habitaciones del ala este de la alcazaba. Cuando el hombre estaba por irse, como muestra de agradecimiento le regaló al rey una máquina capaz de arrasar con el moho mágico que crece por las paredes.

—Esa máquina es…

—La que acaba de destruir Fenrir ¿Sabes lo difícil que es conseguir quitar el moho mágico? Ahora tendré que conseguir a alguien que sea capaz de arreglar aquella máquina.

—Pero ¿Fenrir estará bien? —pregunté consternado por la salud de mi gran amigo.

—Lo estará, dudo que esa máquina causara gran daño. Pero de todas formas iré a ver qué pasa, tú quédate aquí y termina con tus deberes. Conaire por favor no hagas nada extraño—yo sólo me limité a verlo con ojos de cordero degollado. No quería quedarme sentado y esperar a saber que había pasado con ese enorme hombre.

—Por favor—supliqué al hombre de color —Elathan me miró por unos segundos sopesando las posibilidades.

—Está bien, de acuerdo. Si no te llevo conmigo de todas formas conseguirás escaparte de tus tareas. Toma la ropa y prepárate para irnos—contestó resignado, a veces tener la fama de ser un desastre tenía sus recompensas.

Precipitadamente tomé las prendas que Elathan acababa de traer y me situé al lado de aquel hombre. Asintiendo en señal de aprobación, juntos reanudamos la marcha. Al principio, mis movimientos eran algo torpes y desordenados debido al entumecimiento de mis piernas por la prolongada posición forzada que había tomado, gracias a la actividad de lavado. Intentando que mis piernas temblorosas no fueran un obstáculo, me forcé a mí mismo a mantener el paso de Elatha, por suerte pronto mis piernas comenzaron a liberarse de aquella extraña sensación.

—Mira, por allá debe de estar el joven Fenrir—señaló mi amigo a la espiral de humo grisáceo que se elevaba por el aire. —Apresurémonos—dijo Elathan dirigiéndose al origen de aquel desastre.

Debido a la gran distancia que nos separaban de Fenrir, en un principio sólo podíamos observar un par de figuras difuminadas por el humo.  Pero a medida que avanzábamos por el jardín, las figuras comenzaron a hacerse más notorias y el sonido de sus voces comenzó a notarse.

—….por favor considéralo—la voz de Nahiara llegó a mis oídos. —Estoy seguro que…

—No—la voz de Fenrir me sorprendió, parecía tan seria y decidida.

—Fenrir entiende muchas vidas…

—No sé cómo quieres que te diga que no para que me hagas caso. ¡No me importa lo que le pase a mi padre! ¡No me importa lo que le pase a la manada! y por sobre todo ¡NO ME HARÉ CARGO DE LA MANADA! ¡¿ENTENDISTE?! —la voz de Fenrir se alzó alta y clara a través del jardín. No pude evitar sorprenderme al oír gritar a mi amigo. El chico podía parecer feroz, pero nunca había alzado la voz de esa manera.

A través del humo pude ver cómo Fenrir miraba de manera peligrosa a Nahiara antes de darse la vuelta y caminar a largas zancadas hacia el castillo. Nahiara permaneció inmóvil, simplemente observando como su hermano pequeño se alejaba casi violentamente del lugar. Algo desconcertado me acerqué con rapidez al lugar.

—Nahiara ¿Qué sucedió? —pregunté una vez estuve lo suficiente cerca para ser escuchado. Nahiara me miró sorprendido, como si no hubiera contado con mi presencia, pero rápidamente se compuso y me miró con aquellos ojos escrutadores antes de responder.

—Sólo fue una diferencia de opiniones—suspiró profundamente y desvió su mirada hacia el lugar donde Fenrir había desaparecido. —No quiere regresar a la manada.

—Pero, eso no es de sorprenderse. No es como si Fenrir fuera bien recibido en ese lugar.

—Y no lo hará, no por las buenas—susurró. —Pero necesita regresar.

—No entiendo ¿Por qué Fenrir querría regresar a ese lugar lleno de rechazo?

—Porque si no lo hace, la manada será completamente arrasada.

—Cómo puede…

—Joven señor Nahiara ¿Se encuentre bien? —la voz de Elathan quebró la pregunta que estaba por hacerle al hombre.

—Sí, no ha pasado nada malo. Fue más ruidoso que lo que realmente aparentaba.

—Me alegra saber que ambos se encuentran bien. Por suerte aquella máquina era inofensiva sólo…

 —Iré a ver a Fenrir—susurré sin prestar atención a la conversación que Elathan parecía querer entablar con Nahiara sobre la máquina. Siguiendo el camino que hacía unos momentos había tomado Fenrir, me adentré al castillo con la esperanza de encontrarme con el enorme hombre.

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Elathan

El silencio entre el joven Nahiara y yo reinó por completo cuando Conaire desapareció de nuestra vista. Aun preocupado por la decisión del joven Nahiara le pregunté:

— ¿Está seguro que esto es lo correcto? —el hombre más pequeño me miró con algo de tristeza antes de contestar.

—Muchos creen que las leyendas, son sólo cuentos de hadas inventados para mantener a los pequeños entretenidos. Pero ¿Sabes? Muchas veces esas leyendas tienen cierta base verídica. No podemos simplemente hacer de lado aquellas historias—contestó mientras su mirada se iba a la exótica máquina que permanecía en el suelo. No pudiendo evitar la curiosidad fijé mi mirada en la lastimosa imagen que presentaba aquel aparato, roto y desgastado, la máquina no dejaba de echar humo por la boquilla de salida.

—Pero ¿Conaire que tiene que ver en todo esto? —me obligué a desviar mi mirada del artilugio para posar mi mirada sobre aquel hombre.

—A decir verdad, no lo sé.

—Entonces cómo…

—Sólo sé que es necesario para que Fenrir pueda avanzar hacia su destino—la voz de Nahiara en este momento parecía tan profunda y mítica, tan arcaica y experimentada que provocó que cientos de escalofríos recorrieran mi cuerpo. Y aun así, la expresión de Nahiara hizo que mi cuerpo se relajara.

—Tienes miedo—susurré. No pude evitar dirigirme a él sin ninguna formalidad. El joven se veía tan temeroso por el futuro de su pequeño hermano.

—Es mi hermano, todos y cada uno de los días temo por su seguridad.

—Con Amarok no fue así—dije refiriéndome a la primera unión de Amarok y Nox.

—Fueron ocasiones diferente. Amarok estaba muy herido y encolerizado, estaba tan perdido—Nahiara vio el cielo con contemplación antes de seguir hablando. —Tenía la pequeña esperanza de que Nox pudiera sanar aquella enorme herida en el corazón de Amarok. Aquella vez también temí por mi hermano, pero por razones diferentes.

—Usted no sabía si el Rey Amarok podría ser capaz de abrir su corazón para poder cerrar sus heridas—volví al tono formal que solía usar. —Temía que acabara como su padre.

El joven amo asintió ante mi declaración, el hombre parecía tan indefenso y culpable. —Por suerte no fue así, Nox no solamente pudo curar el corazón de mi hermano. También le dio esperanza, amor y un futuro bastante prometedor. Estoy en deuda con aquel chico.

—Cualquiera que se tope con el Rey Nox, estará en deuda con él—eso era totalmente verdad. Mi joven amo Nox era amable por naturaleza, sería capaz de salvar a alguien sin siquiera proponérselo.

Por primera vez desde que llegó, el joven amo compuso una tierna sonrisa. Ciertamente la sola mención de Nox podía causar que cualquier persona sonriera.

—La presencia de Nox es buena para Amarok. Tan sólo espero que Conaire sea la persona correcta para Fenrir.

—Conaire podrá aparentar ser desobligado y sumamente travieso. Pero cuando se necesita, él puede ser lo suficientemente serio como para ayudar. Quiero confiar en Conaire, al igual que en Fenrir.

Nahiara me miró con gratitud antes de responder—Yo también quiero confiar en esos dos. Creer que podrán superar todo aquel obstáculo que se les presente.

Y con una sonrisa en el rostro, ambos nos adentramos en el castillo en busca de Amarok y Nox. Ambos debían saber lo que había sucedido.

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Conaire

— ¡Conaire! ¡No corras por los pasillos! —la voz femenina de Aura se alzó enfurecida. Sin embargo, seguí corriendo sin hacer caso a sus quejas. En ese momento Aura no tenía prioridad en mi lista.

— ¡Conaire! ¡¿Me escuchaste?! ¡CONAIRE! —la voz de Aura se fue perdiendo a medida que avanzaba con rapidez por los pasillos. Para mi mala suerte, las quejas de la jefa de cocina no fueron las únicas que escuché. Pinches y encargados de la limpieza alzaron su voz en improperios, cada vez que yo me atravesaba en sus caminos con la velocidad de vértigo que en ese momento llevaba. Pero eso no me importaba en estos momentos, Fenrir era mi prioridad.

Para mi buena suerte, los tonos azul grisáceos que las paredes lucían comenzaron a adquirir un tono un poco más obscuro. Hasta que el gris dio el paso al negro. La primera vez que llegué al castillo, este hecho atrajo mucho mi atención. El cambio de color gradual me había intrigado tanto, que pasé días enteros evaluando y preguntando entre los sirvientes si sabían el porqué de este hecho. Como era de esperarse, ninguno de ellos supo contestarme, excepto Elathan. Cuando lancé mi pregunta de forma casi tímida al hombre, él se limitó a sonreír con orgullo y contestó con una voz llena de ternura y experiencia:

—El castillo de la media noche no solamente debe su nombre al pueblo que gobierna. Si pones atención, las diferentes zonas del castillo tienen colores muy singulares. Las hay desde colores negros, grises, azules grisáceos, hasta blancos, amarillos, naranjas y rojos. Y todo eso se debe a una cosa muy singular.

En aquella ocasión, Elathan aun sin responder mi pregunta, me citó en los jardines del castillo cuando el anochecer se acercara. Curioso por el tema, acudí a la cita con puntualidad. Ese día, el hombre me llevó a través del bosque que se sitúa a unos minutos del castillo hasta un enorme valle donde podía apreciarse el pueblo de la media noche. Sin decir nada; Elathan se sentó sobre una roca y esperó, esperó con paciencia y tranquilidad a que la noche madurara, hasta que la media noche llegara. Yo no queriendo incordiar al hombre, me senté junto a él, esperando que Elathan hablara o hiciera algo.

Cuando la media noche hizo su aparición estelar, él me observó con ternura y señaló el pueblo. Cuando mis ojos se posaron sobre aquel lugar, mi aliento se fue por completo. Los colores que el castillo lucía dentro de sus pasillos y habitaciones podían ser observadas en el pueblo. El rojo y naranja de las fogatas resplandecían sin miramientos, iluminando las calles obscuras por la noche. El blanco se combinaba con el negro en la infinidad del cielo estrellado, observando con infinito cariño la aldea que estaba bajo su custodia. La luna brillante y orgullosa, hacía que las zonas que permanecían sin iluminar, adquirieran un tono grisáceo. Y por si esto fuera poco, la luz azul que emanaba el río de fuego, provocaba que la diversidad de colores estuviera completa.

—Como podrás ver, el castillo es la esencia de su pueblo. Lo que quisieron expresar con ellos, es que los gobernantes siempre serán dependientes de su gente. Sin ellos, los reyes no son nada.

Desde aquel día, mi admiración por Elathan, y por el pueblo mismo creció exponencialmente. Había tanta vida y magia en un poblado como aquel, que mi corazón cernió por completo su cariño en ese lugar.

El repentino graznido de un cuervo me hizo sobresaltarme y salir de mis cavilaciones. Un poco desconcertado observé cuidadosamente mis alrededores. Para sorpresa mía, me encontraba inmóvil junto a un gran ventanal que iluminaba el pasillo. El silencio que imperaba sobre la estancia, sólo era roto por el aleatorio piar de alguno que otro pájaro.  Por la escena que se presentaba ante mí, era obvio que había dejado de correr desde hace eones. Pateándome mentalmente por ser tan distraído, reanudé mi marcha. Procurando no hacer escalas al valle de los recuerdos, me dirigí hacia donde suponía iba a estar Fenrir. La torre de vigilancia del ala oeste.

Con mi mente centrada en mi objetivo, pude llegar al lugar en sólo unos pocos minutos. Delicadamente e intentado no hacer ruido, entré al recinto. Como había imaginado, Fenrir se encontraba sentado sobre el alfeizar de la ventana que se encontraba en la torre.

—Conaire ¿Nunca has sentido la necesidad de matar a un familiar tuyo? —preguntó Fenrir no bien había entrado en la sala. No pudiendo evitar sonreír por la pregunta contesté:

—Más de una vez—Fenrir esbozó una tenue sonrisa ante mi respuesta. —Pero nunca fui capaz de hacerlo ¿Por qué lo preguntas? —hice la pregunta en un intento de que Fenrir me contara sobre la conversación que tuvieron Nahiara y él hacía unos momentos.

—Porque en estos momentos, siento una necesidad irracional de ahogar a Nahiara con mis propias manos.

—Los hermanos pueden ser molestos—contesté después de sentarme junto a Fenrir—Pero muchas veces sólo lo hacen por nuestro propio bien, o porque creen en nosotros.

—No quiero regresar, no quiero hacerme cargo de una manada—viendo el hilo del pensamiento de Fenrir contesté:

—Quieres evitar la confrontación con tu padre ¿Cierto? —ante mi pregunta, Fenrir se quedó callado. —Fenrir, entiendo que no te quieras hacer cargo de una responsabilidad tan grande como lo es una manada. Pero ¿Estás seguro que ese es el motivo principal?

—Ese es mi motivo—susurró de forma tan poco convincente, que creo que el mismo dudó de sus propias palabras.

—Fenrir, podría decir varias cosas sobre esta situación. Pero eso a mí no me concierne del todo, al final eres tú el que debe tomar la decisión. Además nunca pediste mi opinión sobre el asunto —el gran hombre me miró con asombro. Parecía que no se esperaba mi respuesta. —Sólo quiero que quede algo bien claro; cualquier decisión que escojas, yo estaré ahí para apoyarte. Y cuando digo “ahí” lo digo en el sentido moral y físico.

Al escuchar mis palabras, Fenrir abrió los ojos asombrado. Su expresión era tan graciosa, realmente no se esperaba mi ofrecimiento.

—Tú no puedes ven…

—Puedo ir, y lo haré—lo interrumpí. —Eres mi mejor amigo, no voy a dejar que te aventures sólo a esta misión tan peligrosa.

—No voy a poder detenerte ¿No es verdad? —dijo Fenrir después de escrutarme detenidamente por unos segundos.

—No, no podrás—un suspiro profundo llenó la habitación.

—No tienes de que preocuparte, no iré y punto—de cierta forma ya sabía que la respuesta de Fenrir sería esa, pero aun así no pude evitar sentirme desilusionado.

—Bien, si cambias de parecer estaré en la cocina—susurré al hombre cuya expresión era una máscara representativa de terquedad. Levantándome del alfeizar me dirigí hacia la puerta.—Más te vale mantenerme informado, tú sabes de lo que soy capaz de hacer.

Fenrir sólo sonrió con melancolía y susurró en voz tan baja que apenas y alcancé a escucharlo:

—Lo sé.

No pudiendo evitar sonreír por el comentario de Fenrir, salí del lugar con una enorme sonrisa en mi rostro. Sabía que la situación no ameritaba para que yo esbozara una sonrisa; pero el escuchar que el enorme hombre me conocía lo suficiente como para conocer mi posible respuesta, me hizo enormemente feliz. Mi cabeza y corazón gritaron con alegría una y otra vez “Fenrir me conoce, él lo hace” todo el camino a la cocina principal.

Realmente me sorprendía que Fenrir fuera capaz de mejorar mi estado de ánimo de manera tan brusca y total.

Y aun con la sonrisa boba en mi rostro, entré a la cocina para seguir con las labores del día.

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El fuego crepitante bailaba al son del viento; mi vista que hipnotizada por el vaivén  de las llamas no podía despegarse de aquella exótica y bella danza. Las formas amorfas que en un principio el fuego creaba, poco a poco fueron cambiando hasta que imágenes más nítidas comenzaron a bailar al son del fuego.

En las imágenes, podían observarse pequeñas y pintorescas casas que eran habitadas por aquellos seres. Las sonrisas en sus rostros eran tan marcadas y brillantes. Esos inmundos seres corrían y gritaban de alegría por todo el pueblo, esparciendo esa alegría insulsa a todos los de su alrededor. La vista eran en si misma grotesca.

Asqueado por la espeluznante vista intenté apartar mi mirada de las rojizas llamas, pero hubo algo que me detuvo. Lo que antes era un pueblo armonioso y tranquilo, donde la naturaleza imperaba en el ambiente, haciéndolo más placido y confortable para vivir; ahora era un lugar en llamas, lleno de destrucción y muerte; el fallecimiento de aquel pueblo podía ser vista con lujo de detalle. Con cada ser destruido que mi vista captaba, mi euforia crecía y mi alma se enervaba. Tanta fue la destrucción que se podía percibir, que los gritos de terror y dolor podían ser percibidos aunque aquellos hechos sólo fueran producto de mi imaginación.

Y así como la visión de aquel recuerdo comenzó a aparecer en las crepitantes llamas, fueron desapareciendo con la misma rapidez. Cuando desapareció por completo, el vacío que siguió no se hizo esperar.

Suspirando con profundidad, miré al cielo estrellado buscando la realidad del entorno.

Aquel día mis sueños casi se hacían realidad, la destrucción había sido tan completa y sin lugar a errores que pensé podía cumplir con mi cometido. Sin embargo, nunca imaginé que algo pudiera fallar dentro de mi perfecto plan.

Una vida, un pequeño ser logró salir indemne de aquella masacre sin precedentes. Ese pequeño ser destruyó por completo la finalidad de mi plan, tantos años de planeación y desvelos para que sólo por un pequeño bastardo como aquel, mi plan completo se desvaneciera.

—Señor, el grupo de caza ha regresado —dijo con voz tensa uno de mis soldados, provocando que mi mente saliera de sus cavilaciones.

—Perfecto—susurré. —Comiencen a hacer los preparativos para la cena.

—Sí, señor—el soldado dio media vuelta con prisa y se fue hacia donde el grupo de caza había arribado.

Con una última mirada al fuego me levanté del tocón donde permanecía sentado. No podía seguir sentado cavilando por más tiempo. Tenía cosas más importantes que atender. Pronto muy pronto mi sueño estaría completo, la venganza sería finalizada en cuestión de días.

Con una sonrisa en mi rostro, me retiré de aquel lugar mientras cantaba en voz baja una dulce melodía.


 continuará....

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NOTAS FINALES: No olviden revisar la publicación anterior titulada "Reto al escritor". Sería fabuloso que nos dieran a conocer su opinión. 

Gracias por leer. 

Comentarios

  1. Gracias por seguir compartiendo con nosotras,
    me encanta como va la historia,besos

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  2. Hi!!
    No te preocupes las prioridades son prioridades...jejje(valga la redundancia xp), unos días de retraso no importa..mientras no se paralice la historia.. :D
    pd: cuanto deseo que este completa <3 <3
    muchos ánimos!!! besos :D

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  3. Muchísimas gracias por el capitulo. Bendiciones

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  4. muchas gracias por el capi,esto se pone cada vez mejor, me encantan tus personajes Pergra, besos enormes

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  5. muchas gracias sigo leyendo!! me encanta... <3

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