CAPÍTULO 4 PETICIÓN NO CONCEDIDA
Hola chicos y chicas, de nuevo yo me presento para dejarles este nuevo capítulo de "La obligación del lobo".
Antes que nada, siento mucho no haber podido publicar días anteriores, tuve exámenes muy pesados las semanas pasadas, y me absorbieron casi completamente.
Bueno, sin más ni más les dejo el capítulo.
CAPÍTULO 4 PETICIÓN NO
CONCEDIDA
—No
puedo creer que hayas cultivado todas esas flores—comenté con admiración
mientras miraba el campo lleno de una infinidad de flores. Rosas silvestres,
alhelís, hibiscos, jazmines, liliums e incluso licorys se mecían plácidamente
al compás del viento que resoplaba gentilmente una y otra vez.
—Son
hermosas ¿Cierto? —preguntó mi hermanito con una tierna sonrisa en su rostro,
admirando con total embeleso aquel colorido campo de flores. No queriendo ceder
ante sus encantos contesté:
—Son
bellas es cierto—su cara se iluminó—Pero siguen siendo inútiles—seguí
impertérrito ante el desvanecimiento de su sonrisa.
—Eres
imposible—una puchero asomó sus labios, y sus ojos resplandecieron en
decepción.
—Sólo
soy pragmático—respondí aun sin modificar mi tono de voz frío y plano de
emoción.
—Eres
aburrido ¿Es que no vez la magia que desprenden las flores? —mi hermano
extendió ambas manos señalando el panorama y la inexistente magia.
—No—otra
vez un puchero se formó en sus labios.
—Hermano,
por favor esfuérzate por esta vez—Grey me miró con aquellos ojos de cachorro
imposibles de evadir. Ese chico sí que sabía cómo persuadir.
—Qué
quieres que mire—respondí unos segundos después sin poder contenerme.
—
¡GENIAL! —dio un saltito de felicidad. —Cierra tus ojos—dijo con voz presurosa.
—Creí
que querías que viera algo—solté algo confuso.
—Aun
quiero que lo veas, sólo que no será con tus ojos. Así que ¡ciérralos!
—Haciendo caso a mi hermanito cerré mis ojos y esperé a su siguiente
indicación.
—Ahora
deja fluir un poco tu magia al exterior—impaciente, liberé un poco de magia,
tal como había dicho Grey.
En
un principio ninguna nueva sensación invadió mi cuerpo, simplemente podía
sentir como mi magia era retirada de mi ser por mi propia voluntad. Pasaron los
minutos y ningún cambio podían percibir mis sentidos. Cuando estaba a punto de
abandonar la estúpida idea de Grey, una sensación de calor invadió por completo
mi organismo. Una suave caricia, tierna y reconfortante abrazó mi corazón,
haciendo que el palpitar de este se volviera calmo.
—
¿Qu-qué demonios es eso? —mascullé nervioso pero sin abrir mis párpados.
—Es
la magia—susurró emocionado—¿Puedes sentirla? ¿Puedes verla? ¿Es hermosa no crees?
Aquella ocasión fue la
primera vez que lloré después de mucho tiempo de no hacerlo. La sensación de la
magia era tan maravillosa y desconocida incluso para mí, un mago, que no pude
evitar exteriorizar mis sentimientos. Y pese a todo, ahora pienso que la magia
no me era desconocida; las sensaciones que me transmitió en aquella ocasión,
eran parecidas a las que mis padres podían transmitirnos a mi hermano y a mí.
Ese día permanecí fuera
hasta el anochecer; sintiendo esa presencia reconfortante en mi cuerpo
recorriendo dulcemente mi alma y mente. Y como era de esperarse de él, Grey
estuvo a mi lado todo ese tiempo. Aún recuerdo la bella sonrisa que se colocó
en su boca cuando me vio llorando, y la expresión de ternura que compuso cuando
yo quise quedarme en ese lugar.
Grey en muchos aspectos
era una persona grandiosa. Realmente extraño su presencia. Tanto que a veces
pienso en seguirlo a donde sea que esté.
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Conaire
La diáfana luz del amanecer, era reflejada por el agua
contenida en el río que circulaba el castillo de la media noche. El olor florar
de la saponaria impregnaba casi todo el radio circundante de donde yo me
encontraba, haciendo que mis sentidos se saturaran ligeramente por el dulce
aroma. La vista era preciosa, el ambiente sereno y reconfortante; y todo eso
hubiera sido un idóneo lugar para pasar el tiempo, si no fuera porque tenía que
lavar ropa.
Suspirando resignado miré la gran montaña de prendas
sucias que se acomodaban desordenadamente en el suelo, realmente esto tenía que
ser una pesadilla ¿Tan grave había sido la broma? Es decir, Amarok se había
curado en tan sólo un par de días, pero yo aún seguía lavando montañas y
montañas de ropa hasta terminar casi completamente loco por el aburrimiento.
Con otro prolongado suspiro tomé la prenda más
cercana, la unté con un poco de la mezcla jabonosa y comencé mi ardua tarea de
limpieza. Por suerte para mí, el sol permaneció reinando los cielos ahuyentando
toda nube que amenazaba con descargar la pesada agua sobre nuestras cabezas.
Lanzando un enorme gracias hacia el cielo, seguí lavando y aburriéndome a lo
grande.
Las horas pasaron y yo seguí en mi tarea, mis manos se
movían diestras por la experiencia que los otros seis días me habían concedido
en esta área tan malditamente lenta. Y a
pesar de la irritante monotonía, el pensamiento de que hoy sería mi último día
lavando ropa me impulsaba a seguir adelante. Pronto, muy pronto podría ser
libre para hacer toda clase de actividades más interesante.
—Conaire ¿Cómo vas con
eso? —la voz de Elathan me sacó de mi estupor momentáneo.
—Ya casi termino—contesté
enfurruñado. —No será que tu…
—Vengo a traer más ropa—completó
el maldito con una sonrisa resplandeciente.
—Eres un carcelero vil —susurré
contrariado mientras observaba a Elathan con la nueva montaña de ropa que traía
entre sus brazos.
—Tienes razón, lo soy—dijo
mientras acomodaba la ropa en el suelo. —Pero alégrate, hoy es el último día
que lavarás ropa. —la sonrisa de ese hombre era tan jodidamente grande.
Realmente las ganas de tomar una de aquellas prendas y pasarla por el cuello de
Elathan no me hacían falta.
—Me vengaré—susurré con
sorna. —Ya lo verás.
—Hasta que ese momento
llegue, seguiré regodeándome ante tu infelicidad—Elathan era un hombre a quien
admiraba y respetaba, a mi manera. Pero en estos momentos lo único que quería
hacer era arrancarle la lengua.
—Te odio—miré al hombre
con molestia.
—Lo sé, yo también te
aprecio. Pero tienes que aprender de tus errores.
—Bien, por lo menos
llévate la ropa mojada—pedí resignado.
—Está bien, la llevaré
de vuelta al castillo—al decir esto, Elathan tomó la canasta donde tenía la
ropa mojada. —Volveré en un par de horas con tu comida. Por favor no hagas nada
que después puedas lamentar.
—No lo haré, ya date
prisa aun tienes…
El sonido de una
explosión no me dejó acabar con la frase, alterado busqué la causa de aquel
sonido, pero mi vista no encontró nada fuera de lo normal. Aun alarmado miré a
Elathan en busca de alguna explicación, cuando mis ojos conectaron con la
figura buscada, pude observar que el hombre se veía algo irritado, corrijo,
sumamente irritado.
—Elathan que su…
— ¡Maldita sea! —gruñó
enojado. —Le dije a ese idiota que tuviera cuidado con aquella máquina, es muy
vieja y podría causar problemas si no la dejaba enfriar.
—Qu-qué máquina—Elathan
suspiró hondamente y sin mirarme contestó:
—Hace mucho tiempo,
cuando aun el antiguo rey dominaba las tierras; un hombre de apariencia extraña
pidió asilo en el castillo de la media noche. Para sorpresa de todos, el rey
accedió a concederle una habitación. Si no mal recuerdo, aquel extraño
visitante vivió por alrededor de catorce días en una de las habitaciones del
ala este de la alcazaba. Cuando el hombre estaba por irse, como muestra de
agradecimiento le regaló al rey una máquina capaz de arrasar con el moho mágico
que crece por las paredes.
—Esa máquina es…
—La que acaba de
destruir Fenrir ¿Sabes lo difícil que es conseguir quitar el moho mágico? Ahora
tendré que conseguir a alguien que sea capaz de arreglar aquella máquina.
—Pero ¿Fenrir estará
bien? —pregunté consternado por la salud de mi gran amigo.
—Lo estará, dudo que
esa máquina causara gran daño. Pero de todas formas iré a ver qué pasa, tú
quédate aquí y termina con tus deberes. Conaire por favor no hagas nada extraño—yo
sólo me limité a verlo con ojos de cordero degollado. No quería quedarme
sentado y esperar a saber que había pasado con ese enorme hombre.
—Por favor—supliqué al
hombre de color —Elathan me miró por unos segundos sopesando las posibilidades.
—Está bien, de acuerdo.
Si no te llevo conmigo de todas formas conseguirás escaparte de tus tareas.
Toma la ropa y prepárate para irnos—contestó resignado, a veces tener la fama
de ser un desastre tenía sus recompensas.
Precipitadamente tomé
las prendas que Elathan acababa de traer y me situé al lado de aquel hombre.
Asintiendo en señal de aprobación, juntos reanudamos la marcha. Al principio,
mis movimientos eran algo torpes y desordenados debido al entumecimiento de mis
piernas por la prolongada posición forzada que había tomado, gracias a la
actividad de lavado. Intentando que mis piernas temblorosas no fueran un
obstáculo, me forcé a mí mismo a mantener el paso de Elatha, por suerte pronto
mis piernas comenzaron a liberarse de aquella extraña sensación.
—Mira, por allá debe de
estar el joven Fenrir—señaló mi amigo a la espiral de humo grisáceo que se
elevaba por el aire. —Apresurémonos—dijo Elathan dirigiéndose al origen de
aquel desastre.
Debido a la gran
distancia que nos separaban de Fenrir, en un principio sólo podíamos observar
un par de figuras difuminadas por el humo.
Pero a medida que avanzábamos por el jardín, las figuras comenzaron a
hacerse más notorias y el sonido de sus voces comenzó a notarse.
—….por favor
considéralo—la voz de Nahiara llegó a mis oídos. —Estoy seguro que…
—No—la voz de Fenrir me
sorprendió, parecía tan seria y decidida.
—Fenrir entiende muchas
vidas…
—No sé cómo quieres que
te diga que no para que me hagas caso. ¡No me importa lo que le pase a mi
padre! ¡No me importa lo que le pase a la manada! y por sobre todo ¡NO ME HARÉ
CARGO DE LA MANADA! ¡¿ENTENDISTE?! —la voz de Fenrir se alzó alta y clara a
través del jardín. No pude evitar sorprenderme al oír gritar a mi amigo. El
chico podía parecer feroz, pero nunca había alzado la voz de esa manera.
A través del humo pude
ver cómo Fenrir miraba de manera peligrosa a Nahiara antes de darse la vuelta y
caminar a largas zancadas hacia el castillo. Nahiara permaneció inmóvil,
simplemente observando como su hermano pequeño se alejaba casi violentamente
del lugar. Algo desconcertado me acerqué con rapidez al lugar.
—Nahiara ¿Qué sucedió? —pregunté
una vez estuve lo suficiente cerca para ser escuchado. Nahiara me miró
sorprendido, como si no hubiera contado con mi presencia, pero rápidamente se
compuso y me miró con aquellos ojos escrutadores antes de responder.
—Sólo fue una
diferencia de opiniones—suspiró profundamente y desvió su mirada hacia el lugar
donde Fenrir había desaparecido. —No quiere regresar a la manada.
—Pero, eso no es de
sorprenderse. No es como si Fenrir fuera bien recibido en ese lugar.
—Y no lo hará, no por
las buenas—susurró. —Pero necesita regresar.
—No entiendo ¿Por qué
Fenrir querría regresar a ese lugar lleno de rechazo?
—Porque si no lo hace,
la manada será completamente arrasada.
—Cómo puede…
—Joven señor Nahiara
¿Se encuentre bien? —la voz de Elathan quebró la pregunta que estaba por
hacerle al hombre.
—Sí, no ha pasado nada
malo. Fue más ruidoso que lo que realmente aparentaba.
—Me alegra saber que
ambos se encuentran bien. Por suerte aquella máquina era inofensiva sólo…
—Iré a ver a Fenrir—susurré sin prestar
atención a la conversación que Elathan parecía querer entablar con Nahiara
sobre la máquina. Siguiendo el camino que hacía unos momentos había tomado
Fenrir, me adentré al castillo con la esperanza de encontrarme con el enorme
hombre.
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Elathan
El silencio entre el
joven Nahiara y yo reinó por completo cuando Conaire desapareció de nuestra
vista. Aun preocupado por la decisión del joven Nahiara le pregunté:
— ¿Está seguro que esto
es lo correcto? —el hombre más pequeño me miró con algo de tristeza antes de
contestar.
—Muchos creen que las
leyendas, son sólo cuentos de hadas inventados para mantener a los pequeños
entretenidos. Pero ¿Sabes? Muchas veces esas leyendas tienen cierta base
verídica. No podemos simplemente hacer de lado aquellas historias—contestó
mientras su mirada se iba a la exótica máquina que permanecía en el suelo. No
pudiendo evitar la curiosidad fijé mi mirada en la lastimosa imagen que
presentaba aquel aparato, roto y desgastado, la máquina no dejaba de echar humo
por la boquilla de salida.
—Pero ¿Conaire que
tiene que ver en todo esto? —me obligué a desviar mi mirada del artilugio para
posar mi mirada sobre aquel hombre.
—A decir verdad, no lo
sé.
—Entonces cómo…
—Sólo sé que es
necesario para que Fenrir pueda avanzar hacia su destino—la voz de Nahiara en
este momento parecía tan profunda y mítica, tan arcaica y experimentada que
provocó que cientos de escalofríos recorrieran mi cuerpo. Y aun así, la
expresión de Nahiara hizo que mi cuerpo se relajara.
—Tienes miedo—susurré.
No pude evitar dirigirme a él sin ninguna formalidad. El joven se veía tan
temeroso por el futuro de su pequeño hermano.
—Es mi hermano, todos y
cada uno de los días temo por su seguridad.
—Con Amarok no fue así—dije
refiriéndome a la primera unión de Amarok y Nox.
—Fueron ocasiones
diferente. Amarok estaba muy herido y encolerizado, estaba tan perdido—Nahiara
vio el cielo con contemplación antes de seguir hablando. —Tenía la pequeña
esperanza de que Nox pudiera sanar aquella enorme herida en el corazón de
Amarok. Aquella vez también temí por mi hermano, pero por razones diferentes.
—Usted no sabía si el
Rey Amarok podría ser capaz de abrir su corazón para poder cerrar sus heridas—volví
al tono formal que solía usar. —Temía que acabara como su padre.
El joven amo asintió
ante mi declaración, el hombre parecía tan indefenso y culpable. —Por suerte no
fue así, Nox no solamente pudo curar el corazón de mi hermano. También le dio
esperanza, amor y un futuro bastante prometedor. Estoy en deuda con aquel
chico.
—Cualquiera que se tope
con el Rey Nox, estará en deuda con él—eso era totalmente verdad. Mi joven amo
Nox era amable por naturaleza, sería capaz de salvar a alguien sin siquiera
proponérselo.
Por primera vez desde
que llegó, el joven amo compuso una tierna sonrisa. Ciertamente la sola mención
de Nox podía causar que cualquier persona sonriera.
—La presencia de Nox es
buena para Amarok. Tan sólo espero que Conaire sea la persona correcta para
Fenrir.
—Conaire podrá
aparentar ser desobligado y sumamente travieso. Pero cuando se necesita, él
puede ser lo suficientemente serio como para ayudar. Quiero confiar en Conaire,
al igual que en Fenrir.
Nahiara me miró con
gratitud antes de responder—Yo también quiero confiar en esos dos. Creer que
podrán superar todo aquel obstáculo que se les presente.
Y con una sonrisa en el
rostro, ambos nos adentramos en el castillo en busca de Amarok y Nox. Ambos
debían saber lo que había sucedido.
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Conaire
— ¡Conaire! ¡No corras
por los pasillos! —la voz femenina de Aura se alzó enfurecida. Sin embargo,
seguí corriendo sin hacer caso a sus quejas. En ese momento Aura no tenía
prioridad en mi lista.
— ¡Conaire! ¡¿Me
escuchaste?! ¡CONAIRE! —la voz de Aura se fue perdiendo a medida que avanzaba
con rapidez por los pasillos. Para mi mala suerte, las quejas de la jefa de
cocina no fueron las únicas que escuché. Pinches y encargados de la limpieza
alzaron su voz en improperios, cada vez que yo me atravesaba en sus caminos con
la velocidad de vértigo que en ese momento llevaba. Pero eso no me importaba en
estos momentos, Fenrir era mi prioridad.
Para mi buena suerte,
los tonos azul grisáceos que las paredes lucían comenzaron a adquirir un tono
un poco más obscuro. Hasta que el gris dio el paso al negro. La primera vez que
llegué al castillo, este hecho atrajo mucho mi atención. El cambio de color
gradual me había intrigado tanto, que pasé días enteros evaluando y preguntando
entre los sirvientes si sabían el porqué de este hecho. Como era de esperarse,
ninguno de ellos supo contestarme, excepto Elathan. Cuando lancé mi pregunta de
forma casi tímida al hombre, él se limitó a sonreír con orgullo y contestó con
una voz llena de ternura y experiencia:
—El
castillo de la media noche no solamente debe su nombre al pueblo que gobierna.
Si pones atención, las diferentes zonas del castillo tienen colores muy
singulares. Las hay desde colores negros, grises, azules grisáceos, hasta
blancos, amarillos, naranjas y rojos. Y todo eso se debe a una cosa muy
singular.
En aquella ocasión,
Elathan aun sin responder mi pregunta, me citó en los jardines del castillo
cuando el anochecer se acercara. Curioso por el tema, acudí a la cita con
puntualidad. Ese día, el hombre me llevó a través del bosque que se sitúa a
unos minutos del castillo hasta un enorme valle donde podía apreciarse el
pueblo de la media noche. Sin decir nada; Elathan se sentó sobre una roca y
esperó, esperó con paciencia y tranquilidad a que la noche madurara, hasta que
la media noche llegara. Yo no queriendo incordiar al hombre, me senté junto a
él, esperando que Elathan hablara o hiciera algo.
Cuando la media noche
hizo su aparición estelar, él me observó con ternura y señaló el pueblo. Cuando
mis ojos se posaron sobre aquel lugar, mi aliento se fue por completo. Los
colores que el castillo lucía dentro de sus pasillos y habitaciones podían ser
observadas en el pueblo. El rojo y naranja de las fogatas resplandecían sin
miramientos, iluminando las calles obscuras por la noche. El blanco se
combinaba con el negro en la infinidad del cielo estrellado, observando con
infinito cariño la aldea que estaba bajo su custodia. La luna brillante y
orgullosa, hacía que las zonas que permanecían sin iluminar, adquirieran un
tono grisáceo. Y por si esto fuera poco, la luz azul que emanaba el río de
fuego, provocaba que la diversidad de colores estuviera completa.
—Como
podrás ver, el castillo es la esencia de su pueblo. Lo que quisieron expresar
con ellos, es que los gobernantes siempre serán dependientes de su gente. Sin
ellos, los reyes no son nada.
Desde aquel día, mi
admiración por Elathan, y por el pueblo mismo creció exponencialmente. Había
tanta vida y magia en un poblado como aquel, que mi corazón cernió por completo
su cariño en ese lugar.
El repentino graznido
de un cuervo me hizo sobresaltarme y salir de mis cavilaciones. Un poco
desconcertado observé cuidadosamente mis alrededores. Para sorpresa mía, me
encontraba inmóvil junto a un gran ventanal que iluminaba el pasillo. El
silencio que imperaba sobre la estancia, sólo era roto por el aleatorio piar de
alguno que otro pájaro. Por la escena
que se presentaba ante mí, era obvio que había dejado de correr desde hace
eones. Pateándome mentalmente por ser tan distraído, reanudé mi marcha. Procurando
no hacer escalas al valle de los recuerdos, me dirigí hacia donde suponía iba a
estar Fenrir. La torre de vigilancia del ala oeste.
Con mi mente centrada
en mi objetivo, pude llegar al lugar en sólo unos pocos minutos. Delicadamente
e intentado no hacer ruido, entré al recinto. Como había imaginado, Fenrir se
encontraba sentado sobre el alfeizar de la ventana que se encontraba en la
torre.
—Conaire ¿Nunca has
sentido la necesidad de matar a un familiar tuyo? —preguntó Fenrir no bien
había entrado en la sala. No pudiendo evitar sonreír por la pregunta contesté:
—Más de una vez—Fenrir
esbozó una tenue sonrisa ante mi respuesta. —Pero nunca fui capaz de hacerlo
¿Por qué lo preguntas? —hice la pregunta en un intento de que Fenrir me contara
sobre la conversación que tuvieron Nahiara y él hacía unos momentos.
—Porque en estos
momentos, siento una necesidad irracional de ahogar a Nahiara con mis propias
manos.
—Los hermanos pueden
ser molestos—contesté después de sentarme junto a Fenrir—Pero muchas veces sólo
lo hacen por nuestro propio bien, o porque creen en nosotros.
—No quiero regresar, no
quiero hacerme cargo de una manada—viendo el hilo del pensamiento de Fenrir
contesté:
—Quieres evitar la
confrontación con tu padre ¿Cierto? —ante mi pregunta, Fenrir se quedó callado.
—Fenrir, entiendo que no te quieras hacer cargo de una responsabilidad tan
grande como lo es una manada. Pero ¿Estás seguro que ese es el motivo principal?
—Ese es mi motivo—susurró
de forma tan poco convincente, que creo que el mismo dudó de sus propias
palabras.
—Fenrir, podría decir
varias cosas sobre esta situación. Pero eso a mí no me concierne del todo, al
final eres tú el que debe tomar la decisión. Además nunca pediste mi opinión
sobre el asunto —el gran hombre me miró con asombro. Parecía que no se esperaba
mi respuesta. —Sólo quiero que quede algo bien claro; cualquier decisión que
escojas, yo estaré ahí para apoyarte. Y cuando digo “ahí” lo digo en el sentido
moral y físico.
Al escuchar mis
palabras, Fenrir abrió los ojos asombrado. Su expresión era tan graciosa,
realmente no se esperaba mi ofrecimiento.
—Tú no puedes ven…
—Puedo ir, y lo haré—lo
interrumpí. —Eres mi mejor amigo, no voy a dejar que te aventures sólo a esta
misión tan peligrosa.
—No voy a poder
detenerte ¿No es verdad? —dijo Fenrir después de escrutarme detenidamente por
unos segundos.
—No, no podrás—un
suspiro profundo llenó la habitación.
—No tienes de que
preocuparte, no iré y punto—de cierta forma ya sabía que la respuesta de Fenrir
sería esa, pero aun así no pude evitar sentirme desilusionado.
—Bien, si cambias de
parecer estaré en la cocina—susurré al hombre cuya expresión era una máscara
representativa de terquedad. Levantándome del alfeizar me dirigí hacia la
puerta.—Más te vale mantenerme informado, tú sabes de lo que soy capaz de
hacer.
Fenrir sólo sonrió con
melancolía y susurró en voz tan baja que apenas y alcancé a escucharlo:
—Lo sé.
No pudiendo evitar
sonreír por el comentario de Fenrir, salí del lugar con una enorme sonrisa en
mi rostro. Sabía que la situación no ameritaba para que yo esbozara una
sonrisa; pero el escuchar que el enorme hombre me conocía lo suficiente como
para conocer mi posible respuesta, me hizo enormemente feliz. Mi cabeza y
corazón gritaron con alegría una y otra vez “Fenrir me conoce, él lo hace” todo
el camino a la cocina principal.
Realmente me sorprendía
que Fenrir fuera capaz de mejorar mi estado de ánimo de manera tan brusca y
total.
Y aun con la sonrisa
boba en mi rostro, entré a la cocina para seguir con las labores del día.
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El fuego crepitante
bailaba al son del viento; mi vista que hipnotizada por el vaivén de las llamas no podía despegarse de aquella
exótica y bella danza. Las formas amorfas que en un principio el fuego creaba,
poco a poco fueron cambiando hasta que imágenes más nítidas comenzaron a bailar
al son del fuego.
En las imágenes, podían
observarse pequeñas y pintorescas casas que eran habitadas por aquellos seres.
Las sonrisas en sus rostros eran tan marcadas y brillantes. Esos inmundos seres
corrían y gritaban de alegría por todo el pueblo, esparciendo esa alegría
insulsa a todos los de su alrededor. La vista eran en si misma grotesca.
Asqueado por la
espeluznante vista intenté apartar mi mirada de las rojizas llamas, pero hubo
algo que me detuvo. Lo que antes era un pueblo armonioso y tranquilo, donde la
naturaleza imperaba en el ambiente, haciéndolo más placido y confortable para
vivir; ahora era un lugar en llamas, lleno de destrucción y muerte; el
fallecimiento de aquel pueblo podía ser vista con lujo de detalle. Con cada ser
destruido que mi vista captaba, mi euforia crecía y mi alma se enervaba. Tanta
fue la destrucción que se podía percibir, que los gritos de terror y dolor
podían ser percibidos aunque aquellos hechos sólo fueran producto de mi
imaginación.
Y así como la visión de
aquel recuerdo comenzó a aparecer en las crepitantes llamas, fueron
desapareciendo con la misma rapidez. Cuando desapareció por completo, el vacío
que siguió no se hizo esperar.
Suspirando con
profundidad, miré al cielo estrellado buscando la realidad del entorno.
Aquel día mis sueños
casi se hacían realidad, la destrucción había sido tan completa y sin lugar a
errores que pensé podía cumplir con mi cometido. Sin embargo, nunca imaginé que
algo pudiera fallar dentro de mi perfecto plan.
Una vida, un pequeño
ser logró salir indemne de aquella masacre sin precedentes. Ese pequeño ser
destruyó por completo la finalidad de mi plan, tantos años de planeación y
desvelos para que sólo por un pequeño bastardo como aquel, mi plan completo se
desvaneciera.
—Señor, el grupo de
caza ha regresado —dijo con voz tensa uno de mis soldados, provocando que mi
mente saliera de sus cavilaciones.
—Perfecto—susurré. —Comiencen
a hacer los preparativos para la cena.
—Sí, señor—el soldado
dio media vuelta con prisa y se fue hacia donde el grupo de caza había
arribado.
Con una última mirada
al fuego me levanté del tocón donde permanecía sentado. No podía seguir sentado
cavilando por más tiempo. Tenía cosas más importantes que atender. Pronto muy
pronto mi sueño estaría completo, la venganza sería finalizada en cuestión de
días.
Con una sonrisa en mi
rostro, me retiré de aquel lugar mientras cantaba en voz baja una dulce
melodía.
continuará....
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NOTAS FINALES: No olviden revisar la publicación anterior titulada "Reto al escritor". Sería fabuloso que nos dieran a conocer su opinión.
Gracias por leer.
Muchas gracias por el nuevo capitulo
ResponderBorrarHola
ResponderBorrarMuchas gracias por el capi :)
muchas gracias por el capi!!...besos
ResponderBorrarGracias por seguir compartiendo con nosotras,
ResponderBorrarme encanta como va la historia,besos
Hi!!
ResponderBorrarNo te preocupes las prioridades son prioridades...jejje(valga la redundancia xp), unos días de retraso no importa..mientras no se paralice la historia.. :D
pd: cuanto deseo que este completa <3 <3
muchos ánimos!!! besos :D
Muchísimas gracias por el capitulo. Bendiciones
ResponderBorrarmuchas gracias por el capi,esto se pone cada vez mejor, me encantan tus personajes Pergra, besos enormes
ResponderBorrarmuchas gracias sigo leyendo!! me encanta... <3
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