Capítulo 9 Marcus
Hola a todos, ha pasado una infinidad de tiempo. Lo sé, soy una irresponsable, pero he tenido cada cosa últimamente. Entre mi servicio, las tareas, exámenes y un incidente que hubo en mi pueblo, aunaron fuerzas para impedirme acabar. Pero por fin pude acabar.
Aquí les dejo el capítulo.
Continuará....
Aquí les dejo el capítulo.
CAPÍTULO 9 MARCUS
Marcus
—He venido por ti.
El enorme gigante se detuvo repentinamente ante el sonido de
mi voz. Con movimientos pausados, dio vuelta sobre sí mismo hasta enfrentar mi
rostro. No pudiendo evitar la enervante sensación de la batalla venidera,
sonreí con sorna. Pronto el refrescante aroma primaveral se vería saturado por
la esencia ferrosa de la sangre. La muerte disfrutaría de un espectáculo insólito,
para después consumir el alma de alguno de los dos.
—Tus horas están contadas. ¡Prepárate para la batalla! —grité
al tiempo que desenvainaba mi espada y la apuntaba hacia el deformado rostro de
aquel monstruo. El gigante solamente se limitó a rugir con ira, antes de
enarbolar su portentosa hacha de batalla. Intuyendo el movimiento del gigante,
corrí en dirección de éste; equilibrando mi espada con mi mano derecha, di un
salto temerario en dirección de la trayectoria del hacha, cuando el arma estaba
a tan solo unos centímetros de mi cuerpo, realicé un giro rotatorio, evitando
de manera magistral el contundente golpe. Sintiendo la victoria recorrer mi
cuerpo, aun en el aire, tomé la espada con ambas manos y apunté en dirección
del gigante con la intención de proporcionarle una estocada profunda y
lacerante. Sin embargo, antes de que la espada pudiera tocar la pétrea piel del
monstruo, su gran manaza golpeó mi costado izquierdo, cambiando la dirección de
mi impulso y lanzándome hacia el duro suelo.
El aire que hace unos momentos circulaba libremente por mis
pulmones, fue expulsado por el poderoso golpe del gigante y, secuencialmente,
por el choque de mi cuerpo contra el suelo. Maldiciendo mi estúpida actitud
confiada, intenté ponerme de pie antes de que el gigante pudiera hacer
cualquier otro movimiento.
Ignorando el dolor sordo de mi costado derecho, que
seguramente era producto de alguna fractura, me levanté y encaré con decisión
al gigante nuevamente.
— ¡¿Crees que eso será suficiente para vencerme?! Tendrás
que hacer algo mejor para acabar conmigo.
Sintiendo como las costillas quebradas poco a poco volvían a
su lugar, nuevamente blandí mi espada contra el colosal ente.
Lanzando un tremendo rugido, el gigante volvió a lanzar un
tajo con su arma. Concentrando mi fuerza sobre la espada que portaba, cubrí el
golpe con la vaina de acero. El choque de metal contra metal resonó por toda la
estancia, induciendo la huida de un par de aves que pululaban por el lugar.
Cuando el golpe quedó anulado del todo por mi espada, supe que era el momento
de actuar.
Separando el contacto entre las dos armas, salté sobre el
brazo del descomunal ser; y con la mayor rapidez de la que fui capaz, corrí a
través de éste con el objetivo de llegar a su cabeza. Los movimientos del gigante se hicieron
presente cuando llegaba a la mitad de su brazo, presintiendo un próximo golpe
del monstruo, salté hacia su otro brazo y seguí corriendo hasta llegar a mi
objetivo. Una vez hube llegado lo suficientemente cerca del cráneo, nuevamente
sostuve la espada con ambas manos y lancé un gran tajo a través del rostro del
monstruo.
El lacerante grito de
agonía del ser atravesó la llanura, la sangre del coloso se proyectó hacia mi
cuerpo, empapándome de la viscosa sustancia obscura.
Con la intención de asestarle otro corte al gigante,
nuevamente alcé mi espada; sin embargo, la mano del gigante volvió a aparecer
con premura, intentando ahuyentar a su atacante. No queriendo recibir otro
tremendo golpe, esquivé la mano saltando hacia el suelo que en estos momentos
prometía confort del dolor.
Maldiciendo por no
haber sido capaz de asestarle un segundo golpe, levanté en vilo mi arma con la finalidad
de evaluar la escena en busca del momento exacto para volver a atacar. Grande
fue mi sorpresa de encontrar al gigante muerto sobre el frío suelo por un
mortal tajo en la espalda. Al parecer, el gigante no había tenido tiempo de
actuar, ni siquiera de emitir sonido alguno por el ataque tan repentino.
—Nos volvemos a ver, Marcus—la voz de aquel hombre cuya
existencia seguía siendo una continua tortura se hizo presente.
—Urim qué demonios haces aquí—susurré con temor. Era cierto
que su nombre seguía siendo una constante en mi vida desde que Amarok y Fenrir
llegaron al castillo, sin embargo, habían pasado milenios desde la última vez
que me enfrenté al hombre.
—He venido a obtener mi venganza—susurró el hombre con una
sonrisa cínica. —Ha pasado tanto tiempo desde aquella noche. No sabes cuánto he
estado esperando por hacerte pagar lo que tú y esa perra le hicieron a mi raza.
Sintiendo como un frío inhumano se instalaba en mi pecho,
miré a lo que ahora se había convertido el líder del clan de la luna roja con
sentimientos encontrados. Ante mí se encontraba mi peor pesadilla.
—No quería que más gente muriera. Fue la única solución.
—La única solución—susurró— ¡LA ÚNICA SOLUCIÓN DICES!
¡¿SABES LO TORTURANTE QUE FUE?! ¡¿CONOCES EL MIEDO DE NO SABER LO QUE ERES O
QUÉ ES LO QUE PUEDES HACER?! ¡¿LAS MIRADAS DE DESPRECIO Y MIEDO?!
¡DEFINITIVAMENTE NO LO CONOCES! —gritó al tiempo que desenvainaba su espada y
atacaba con cólera.
Obligándome a salir de mi estupor, intercepté el ataque con
fuerza. Grande fue mi sorpresa al sentir el tremendo poder emanando del líder
de los lobos.
— ¿Te impresiona? —preguntó el hombre—Ha pasado tanto
tiempo, el tiempo suficiente para aprender a contrarrestar y manipular la
maldición a la que nos sometiste, el tiempo suficiente para viajar y buscar
respuestas, el tiempo suficiente para encontrar el significado de los dioses y
encontrar la cura de la inmortalidad.
Con un impulso separó las espadas para luego volver a
arremeter. Por suerte, tuve el tiempo de volver a defenderme del feroz ataque.
—Pudiste haber muerto Urim —respondí en un intento
desesperado por evitar la pelea.
—Preferiría estar muerto a haber pasado por todo ese
calvario. Mi única alegría fue mi encuentro con Flora y el posterior nacimiento
de Amarok; sin embargo, todo eso se esfumó en un santiamén con el nacimiento de
Fenrir.
Volviendo a separar nuestras espadas, “Nombre de padre”
volvió a atacar con fuerza, ataque que no pude interceptar a tiempo. Un dolor
agudo en mi pecho se instaló ante la arremetida del cambiaformas. Pronto la
sangre del gigante se combinó con la mía.
—Sabes que yo no puedo morir, deberías dejar de luchar en
fútiles batallas y concentrarte en encontrar la felicidad de la vida.
—¿Quién dice que no puedes morir? —las palabras del shifter
me dejaron helado. Podría ser que…
—Mientras tu maldición sigue existiendo, mi vida seguirá en
pie.
—La ceremonia así lo impuso, sin embargo, existen diversos
métodos para matar a un dios; y éste es uno de ellos—dijo señalando la espada.
Confundido miré la herida que segundos antes me había propinado, para gran
consternación mía, la sangre seguí fluyendo y la piel permanecía separada. Mi
cuerpo no estaba recuperándose.
—No puede ser verdad—susurré mientras miraba con estupor mi
propia herida. La sangre borboteaba con suavidad a través de la carne abierta;
además, el dolor no parecía remitir.
¿Acaso esta sería mi muerte?
Sintiendo aun la impresión recorrer la totalidad de mi
cuerpo, miré al hombre que sonreía con triunfo. Un escalofrío involuntario
recorrió mi cuerpo ante la imagen. La muerte estaba viéndome a través de los
ojos de aquel lobo; y al parecer, no había nada que pudiera hacer.
El pensamiento de morir repentinamente no me pareció una
idea tan escalofriante. Había vivido solo por demasiado tiempo. Penando la
muerte de Larentia, y el futuro que nunca pudimos construir juntos. Tal vez,
simplemente tal vez, era la hora de dejar de luchar y buscar lo que
inconscientemente siempre había estado buscando. Mi felicidad junto a Larentia.
Pero antes….
—Has estado viviendo todos estos años con el dolor de cargar
la maldición en tus hombros. Vagando y buscando ciegamente cualquier pequeño
detalle que pudiera ayudarte a completar tu venganza. Sin embargo, eso no te ha
dado más que infelicidad. Nunca buscaste reconstruir tu vida, en vez de ello
arruinaste la de muchos otros. Tus hijos te odian, tu pueblo te odia, incluso tú
mismo te odias ¿Es que acaso la venganza es más importante que tu vida misma?
—¡QUÉ PUEDES SABER TÚ! —gritó Urim—¡No tienes ni la más
remota idea de lo que he pasado!
—Es cierto, no sé ni sabré por todo lo que has pasado. Pero,
no eres el único que ha sufrido. Tus hermanos, amigos, vecinos y todos aquellos
que también fueron presas de la maldición, sufrieron junto contigo. No eras el
único. Y sin embargo, fuiste el único que buscó venganza. Fuiste el único que
arruinó su vida.
El hombre que hasta hacía unos segundos se encontraba
sonriendo, me miró con un rostro contorsionado de dolor y furia. Su espada
antes laxa sobre su castado, ahora permanecía enhiesta en una pose por demás
amenazadora.
Fue en ese momento que supe no podía dejarle vivo. Tal
parece que la muerte esta noche se daría un banquete con las almas de tres
seres.
Suspirando con tranquilidad, sostuve la espada con ambos
brazos y la levanté en señal de guerra. Bien es cierto que la muerte esperaba
con impaciencia mi muerte, pero yo le entregaría un alma extra por la espera.
—¿Qué estás esperando? —pregunté a modo de reto—No tengo
todo el día.
El hombre me miró con odio antes de comenzar a reducir el
espacio que había entre nosotros. El enfrentamiento había comenzado.
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Conaire
—¿Crees que logre regresar? —la voz de Amarok me sacó de mi
estupor. No había visto venir al gran cambiaformas, ni mucho menos, lo había
escuchado sentarse a mi lado.
—Creí que estabas haciendo guardia—susurré evitando
responderle. La respuesta que tenía era una que el hombre no quería escuchar.
—Lo estaba y lo estoy—respondió con aire ausente—Pero aun no
has respondido mi pregunta.
—¿Alguna vez has visto el deseo de morir en los ojos de las
personas? —pregunté en cambio.
Amarok dudó en responder, antes de negar levemente con la
cabeza y decir: —No creo haber visto a alguien con deseos de morir.
—O tal vez lo has visto, pero nunca has sabido interpretar
su mirada.
—Tal vez—susurró Amarok aun esperando una explicación de mi
parte.
—Los ojos de esas personas tienen un brillo diferente. Aquel
brillo grita dolor y anhelo, tal vez un poco de esperanza; pero, pareciera como
si todos esos sentimientos fuesen dirigidos a un hecho en particular. Además,
su mirada pareciese cansada y un poco hastiada, como si los sentimientos
anteriores fuesen demasiado para ellos y quisieran acabar de alguna manera con
éstos. No sé si me doy a entender.
—No del todo—Amarok me miraba con confusión y concentración.
Sabiendo que era un poco confusa mi explicación anterior,
intenté explicarlo de otra forma:
—Son personas que pueden ser capaces de transmitirte
confianza y seguridad por sus acciones y palabras. Pero cuando intentas
observar sus ojos, los sentimientos que puedes sentir son muy diferentes a los
que ellos proclaman abrigar. Dolor y anhelo por algo de lo que seguramente se
culpan y quieren recuperar; esperanza por esperar que el sufrimiento y
nostalgia se vayan, o que alguien sea capaz de alejarlos de sus vidas;
cansancio y hastío por saber que eso nunca pasará. Es en ese momento que se dan
cuenta que la muerte pudiera ser la única posibilidad real de calmar la
infinita tristeza que se instala día a día en su pecho.
—Ahora entiendo ese punto, pero se me escapa la finalidad de
tu explicación—comentó Amarok al ver que me quedaba callado.
—Marcus pareciera tener este tipo de mirada. Simplemente, le
falta llegar a la resolución final para completar la descripción.
El gran hombre me miró con algo de angustia antes de
preguntar:
— ¿Quieres decir que Marcus…..?
—Muy probablemente no vuelva. —Amarok suspiró en derrota.
—No entiendo porqué alguien querría morir. —susurró con
congoja.
Sin mirarle siquiera, me levanté del tocón en el que me
hallaba sentado y caminé en dirección al campamento.
En el momento en el que estaba a punto de alejarme del
lugar, un sentimiento extraño invadió mi pecho, obligándome a detenerme. Un
repentino deseo de responderle se instaló en mi boca. Alzando mi voz y sin
voltear mi cuerpo, dije:
—La única forma de entender el sentimiento es viviéndolo en
carne propia—esas fueron mis últimas palabras antes de alejarme del sitio,
sintiendo la esperanza y el miedo aflorar simultáneamente en mi pecho.
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Marcus
—Eres un formidable contrincante, pero nunca lograrás ganar
si sigues dirigiendo tus ataques con ira—susurré con los dientes apretado por
el dolor que recorría mi cuerpo.
—Eso. Ya. Lo. Veremos. —masculló entrecortadamente antes de
arremeter nuevamente con un tajo largo y poderoso.
No pude evitar sorprenderme del poder que emanaba. El golpe,
pese a ser interceptado por mi espada, resultaba tremendamente contundente.
Pronto al primer golpe le siguió un segundo y tercero, antes de retroceder,
sólo para volver a atacar. La batalla se vio reducida a un simple ejercicio de
ataque y defensa por parte de ambos.
La lucha que en un principio era dinámica, ahora se
apreciaba lenta y tortuosa para ambos. La fuerza que apenas se preservaba durante
la pelea, poco a poco se fue mermando hasta casi desaparecer por completo; y
pese a todo, seguíamos luchando, con la sangre empapando nuestras ropas, y el
dolor dificultando nuestros movimientos movíamos nuestras espadas para
interceptar o lanzar una estocada. La muerte ya no se veía tan lejana.
—Si. Creías. Que. Moriría sin. Mas. Ni más. Estabas. Muy. Equivocado.
—susurré entrecortadamente, el dolor aunado con el cansancio, estaban haciendo
estragos sobre mi cuerpo.
—Entonces… No tengo opción.
Ante sus palabras, la espada que colgaba casi inerte sobre
su costado, fue clavada sobre la dura tierra. Viéndome con aquella miraba
demencial, me sonrió de forma siniestra y pronunció:
—Yo Urim. Primigenio en la raza del cambio, te invoco a ti
gran vasallo de la muerte, para que acabes con la vida de mi torturador—repentinamente
el aire comenzó a cargar una tensión extraña, casi asfixiante; y el miedo reverberó
en mi pecho como un volcán a punto de estallar. —Yo Urim. Creador de la primer
manada del cambio, te invoco a ti, gran señor de la batalla, para que traigas
la muerte de mi torturador, con tu espada de hierro templado.
Una oscuridad sin precedentes se instaló sobre nuestros
cuerpos, y el presentimiento de la agonía se instaló en mi estómago.
—Yo Urim. Dueño de la espada del cambio, te invoco a ti gran
guardián del mundo espiritual, para que tomes el alma de mi torturador, y lo
lleves al mundo de los espíritus.
Mi cuerpo paralizado por el miedo y por alguna extraña
magia, intentaba infructuosamente liberarse de las cadenas que lo mantenían
anclado sobre el suelo. Suaves voces comenzaron a despertar, murmurando cosas ininteligibles,
hablando en otros idiomas.
—Yo Urim. Los invoco y les pido prestado su poder, a cambio
de mi alma vacía y mi vida terrenal.
La espada incrustada sobre el suelo, ante las palabras de
Urim, emitió un brillo blancuzco que comenzó a intensificarse a medida que
pasaban los segundos. Las voces que anteriormente se escuchaban apenas,
aumentaron de igual forma. Pronto, la luz fue lo suficientemente intensa para
impedir observar nada cercano al arma.
Y entonces, mis ojos inevitablemente se cerraron.
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Fenrir
— ¿Qué sucede Amarok? —le pregunté al hombre que permanecía sentado
con la cabeza oculta entre sus dos manos.
—Nada, estoy bien.
—Yo no creo que te encuentres bien. Y también creo que tú
sabes eso—el silencio se instaló entre ambos por algunos segundos, antes de que
Amarok levantara la cabeza y me mirara con cierta tristeza.
—Marcus no regresará—dijo en apenas un susurro.
—Eso tú no lo sabes. Marcus es uno de los mejores guerreros
que he conocido. Estoy seguro de que él…
—¿Alguna vez has visto la mirada de Conaire? —me
interrumpió. No sabiendo a que se refería, le contesté de forma literal:
—Muchas veces, ¿por qué lo preguntas?
—Marcus y Conaire comparten la misma mirada—respondió sin
aclarar ninguna de mis dudas.
—No entiendo ¿Eso qué tiene que ver? ¿De qué mirada hablas?
— Cuando Marcus se despidió de nosotros, sus ojos emitían
una cierta resignación y tristeza. La misma resignación y tristeza que vi
emanar de Conaire esta noche.
—Amarok, sigues sin aclárame nada ¿Qué quiere significar
todo esto?
El hombre me miró con aire crítico, parecía debatirse entre
responderme o no. Finalmente mi hermano dijo:
—La respuesta tienes que buscarla por tu cuenta—mi hermano
me lanzó una última mirada antes de levantarse y disponerse a retirarse. Sintiendo
una pequeña alarma sonar en mi cabeza, tomé su brazo en un intento de
detenerlo.
—¿Por qué? —fue lo único que pude pronunciar ante la dura
mirada de Amarok.
—Porque tú eres el único que puede ayudarlo y sacarlo de ese
lugar. Pero tienes que comprenderlo.
Retirando mi mano de su brazo, mi hermano se alejó del
lugar; dejándome solo con la incertidumbre que había sembrado en mi pecho.
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Urim
—¿Sabes acaso lo que has invocado? —susurraron las voces a
través del paisaje blanco.
—He invocado aquella oportunidad de acabar con mi enemigo—respondí
a la nada.
—Has invocado tu muerte ¿Aun estás seguro de seguir
adelante? —volvieron a preguntar las voces.
—Haré todo lo que sea necesario para llevar a cabo mi
venganza.
—¿Así se a costa de tu vida? —esta vez, la pregunta la hizo
una voz femenina.
—Daré mi vida por esta oportunidad.
—Entonces, que así sea. Recuerda con gran detalle esta
paisaje iluminado por nuestra luz, ya que será lo último que veas antes de
morir—sentenciaron las voces de aquellos seres.
—Que así sea—respondí de vuelta, admirando con gran detalle
la luz que me impedía ver el paisaje.
Sintiendo como mí fuerza y poder era absorbido, abrí mis
brazos abrazando la tan ansiada muerte. La idea de volver a verla era tan
palpable, que el miedo a morir nunca afloró sobre mi ser.
Aquella luz blanca que inundaba el paisaje, fue la única
testigo de mi muerte. Y la última cosa que vi antes de que la oscuridad se
cerniera sobre mi conciencia. La muerte había llegado al fin.
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Marcus
—Hemos venido por tu alma—la voz dulce de una mujer me hizo abrir
los ojos con recelos. El paisaje, otrora oscuro, ahora se encontraba
completamente iluminado por una brillante luz blanca.
—Eso lo sé—fue lo único que pude responder a aquella brillante
nada.
—¿No pelearás?
—No tendré oportunidad alguna—contesté con más calma de la
que hubiera esperado. —Mi vida está destinada a acabar, después de tantos años.
—¿No estás disgustado por esto? Es decir, tu vida ha sido
arrebatada a la fuerza.
—Mi vida me fue arrebatada hace mucho. En este mundo no hay
nada más que quiera o necesite.
—Ustedes don son tan parecidos—dijo una voz masculina.
—Nuestro dolor era muy parecido. Ambos causados por mí. No lo
culpo de nada; salvo tal vez, haber abandonado a sus hijos de aquella forma.
—Basta de charlas, tenemos una misión que cumplir, y el
tiempo se acaba—otra voz masculina, diferente a la anterior, hizo acto de
presencia.
—Cierra tus ojos, acabaremos rápido. No dolerá, no temas.
Sabiendo que el fin se aproximaba, solté la espada que tenía
asida firmemente, y cerré los ojos. Inmediatamente, pude percibir como la poca
fuerza que quedaba en mi cuerpo era arrebatada sin tapujos.
Y entonces, con Larentia como mi último pensamiento; tomé la
mano de la muerte, la cual estaba extendida de manera amistosa, y dejé para
siempre el mundo de los vivos.
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Avisos: Primero: Sora y Satara muy posiblemente actualizarán el miércoles, así que esperen el siguiente capítulo con ansia.
Segundo: El link de libro cuatro está corregido. Cualquier otro link roto, no duden en reportarlo.
Que tengan un lindo día.
Gracias por traer un nuevo capitulo. Aunque yo me voy a dar un repaso de los que llevamos, tengo que refrescar la memoria, jeje Gracias de nuevo por compartir esta historia, Besos y buen fin de semana.
ResponderBorrarHa estado genial siguela en cuanto puedas y gracias por todo el trabajo y esfuerzo que realizais
ResponderBorrarHola, gracias por el nuevo capítulo. Creo que en algún otro comentario he explicado que no me importa esperar por los capítulos siempre y cuando se continúe con la historia hasta el final. Desde el 16 de febrero no habíais publicado una actualización y empecé a temerme que íbais a dejar las historias sin concluir como han hecho otros blogs. ¿No podríais hacer un pequeño post de vez en cuando para decir que estáis liadas y que no os preocupemos? Respeto vuestro ritmo a la hora de publicar los capítulos, lo repito, no me importa esperar, pero un breve post para decir que seguís ahí no estaría de más cuando vaya a transcurrir tanto tiempo entre actualizaciones. Besos.
ResponderBorrarmuchas gracias por el capitulo, nos tienen muy abandonad@s T_T...se el gran esfuerzo que implica, en verdad se agradece y que bueno que todo resulto bien, y hay nuevo capitulo :)...besos
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