CAPÍTULO 8 EL HOMBRE SEMPITERNO
Hola nuevamente chicos y chicas, una enorme disculpa por el gran retraso. Las musas se desaparecieron. Primero no sabía como comenzar y cuando comenzaba no podía darle forma al capítulo. Pero, afortunadamente hoy vinieron de visita para terminar el capítulo.
CAPÍTULO
8 EL HOMBRE SEMPITERNO
En una era anterior a
la nuestra, cuando los humanos aun dominaban la tierra; sobre las enormes
montañas situadas en algún lugar perdido de la actualidad, residía una ciudad
decididamente hermosa y etérea, una ciudad completamente inusual. Ésta ciudad, estaba
construida sobre la cima de una de las montañas más altas de aquel misterioso sitio; y, pese a todas las
condiciones adversas que existían para la supervivencia humana, la vida seguía coexistiendo
bajo estas condiciones.
Bella e inalcanzable,
la ciudad se alzaba por sobre todas las otras, proveyéndole un aspecto casi
divino. En aquellos entonces, los humanos que vivían fuera de la ciudad, creían
que ésta estaba habitada por seres celestiales, capaces de soportar las
inclemencias del ambiente; que de otra manera, nunca podrían ser soportadas por
los débiles humanos. Sin embargo, pese a las razones de peso que tenían los
rumores, los mismos humanos eran los habitantes de aquel asombroso lugar.
Muchas eran las
historias que se hablaban sobre esta localidad, pero pocas eran siquiera
acercadas a la realidad.
Con el paso de los
años, y debido a los bastos rumores que se extendían sobre todos los demás
lugares, aquella ciudad sobre la montaña fue bautizada con el nombre de Synnfa.
Y así como aquel nombre se hizo un espacio en las bocas de todos, su misticismo
la acompañó por todas partes.
En aquel lugar
misterioso es donde empieza la historia del hombre sempiterno. Que, contraria a
la fama de la ciudad, ésta quedó poco a poco olvidada en el tiempo; pese que
aun ahora, el hombre sigue vivo.
Esta historia comienza
con la vida normal de un hombre, un joven guerrero cuya escala de jerarquía era
más que la de un simple soldado. El nombre del hombre me es desconocido, ya que
ha ido cambiando en el trascurso de los años, de tal manera, que su nombre ha
quedado en el olvido. Pero las historias lo nombran como Aion, El hombre
sempiterno.
Aion, era un guardia
imperial del reino de Synnfa; los guardias, según cuentan, eran llamados Aspins
por su gran capacidad de defensa.
Según cuentan las
leyendas, el hombre sempiterno fue, dentro del escuadrón de protección, aquel
quien tenía control sobre todo un batallón entero de hombres.
“Un hombre alto y
fornido con un brillo de valor en sus ojos” así era descrito por todos aquellos
que tuvieron la suerte de conocerlo en persona. Sin embargo, había otra palabra
con la que era descrito Aion.
Frío.
Aquel hombre, cuya
destreza para la batalla era envidiable, no parecía nunca tener una sonrisa
amable para nadie. Sonrisas sardónicas, frías, tenebrosas e incluso
sarcásticas, pero nunca una sonrisa de amabilidad adornaba su rostro. Era más
común observar un rostro impasible en aquel hombre, que ver alguna emoción
reflejada en el mismo.
Muchos pensaban que, la
ausencia de sus emociones era la base para todas sus habilidades
extraordinarias para el combate. Un hombre envidiado por muchos y querido por
incluso más. Nuestro hombre sempiterno siempre estaba en boca de todos los
habitantes de Synnfa.
Odio, admiración,
adoración e incluso amor, eran las maneras de expresarse de todas aquellas
personas. Y de todas estas, el sentimiento que hizo cambiar la vida de Aion fue
la del amor.
Fue una tarde, cuando
el destino dio un giro en la vida de nuestro hombre. Una tarde, en la que el
rostro más amable y peligroso del destino le fue presentado a Aion.
Cuentan que, un día
cualquiera en la ciudad de Synnfa, se llevó a cabo un suceso único. Por primera
vez, después de más de un siglo, las puertas fueron abiertas para dar paso a
una forastera.
Labios rosas y
delgados, piel brillante y tostada, manos y contextura pequeña, cabellos largos
y de aspecto suave color rubio. Todas sus características corporales eran
distintas a las nativas de Synnfa, una extranjera de pies a cabeza. Sin
embargo, la mayor diferencia que podía encontrarse en su cuerpo, era el color
de sus ojos.
Ni rojos, ni azules, ni
negros o marrones; los ojos de aquella bella dama eran de un claro y
deslumbrante violeta. Suaves y amables, escondían en su interior una gran llama
de determinación y valentía; sólo visibles para unos cuantos afortunados y
observadores.
Su llegada fue la
noticia más hablada en el pueblo, una forastera amable y hermosa había arribado
al lugar. La fama, no tardó mucho en aparecer; tachada de exótica y bella, los
hombres la buscaban y cortejaban al por mayor, mientras que las mujeres la
envidiaban y tachaban de vulgar. Sea como fuere, su nombre pronto fue conocido
por todos los habitantes del pueblo. Incluyendo a Aion, quien no le dio
demasiada importancia al tema.
Viviendo en una de las
humildes moradas de una amable anciana. Larentia se decidió por quedarse una
temporada en aquel extraño lugar.
Curiosamente, tanto hombres
como mujeres pensaban que la mujer de ojos violeta no iba a permanecer por
mucho tiempo en la aldea. Empero, contrario al pensamiento melancólico de los
hombres, y al esperanzador de las mujeres; Larentia continuó viviendo en ese
lugar, para alegría de éstos, e ira de éstas.
Con el paso del tiempo,
la presencia de la forastera comenzó a hacerse poco inusual, y las habladurías
empezaron a mermarse. Larentia siguió viviendo en ese lugar, mucho después de
que los rumores se disiparon por completo. Vivía una vida simple junto a
aquella humilde anciana, sin ningún interés en buscar emociones o investigar su
entorno.
Vidas distintas,
intereses distintos. Es el momento en que nos preguntamos ¿Cómo pudieron
construir un mismo camino estos dos personajes tan inusuales, si pareciese que
su destino no estaba premeditado a cruzarse?
Ciertamente tuvieron
que pasar varias lunas, hasta que el encuentro de estos dos personajes llegara.
Una noche, varios días
después de que los rumores fueran desvalorados por completo. En lo alto del
cielo, la luna cobró un color tan inusual como aquel de los ojos de Larentia.
Ni roja ni blanca, la luna había tomado un matiz purpúreo perenne, trayendo
consigo varios sucesos inesperados. Entre ellos, una extraña enfermedad que
volvía violentas a todas aquellas personas que se exponían por mucho tiempo a
la luz de aquella misteriosa luna.
La masacre no tardó en
llegar. Mientras la luna permanecía en lo alto del cielo, sin dar signos de
desaparecer.
Las tranquilas noches
de la ciudad de Synnfa pronto se convirtieron en noches violentas llenas de
terror y muerte. Aion y sus hombres, en un vano intento de controlar la matanza
que se llevaba a cabo por los habitantes del mismo pueblo; quienes, cuando el sol salía, sufrían de amnesia sobre
los sucesos nocturnos. Intentaron por todos los medios cubrir las moradas de
algún material protector que impidiera el contacto de la luz con la piel
humana.
Lamentablemente, este
intento fue inútil, ya que la locura siguió asolando a los habitantes de lugar.
El pánico comenzó a
imperar en Synnfa, y con ello el encierro de todas aquellas personas afectadas
por la luna fue inevitable. Tratados como escoria, los afectados fueron
condenados a los calabozos por el mismísimo rey de Synnfa. Condena, que no fue
descartada por sus habitantes. Tal fue el miedo que asoló el lugar, que pronto
los habitantes fueron cayendo en la locura y suspicacia.
Presuroso, Aion, junto
con todos sus hombres, decidieron comenzar a actuar para encontrar el motivo de
aquella luna eterna y sus efectos en la mente humana.
Creyendo que el motivo
de aquel desafortunado hecho era de origen humano, decidieron investigar a los
habitantes de la ciudad. Como ya debes imaginar, la primera persona en la mira
fue Larentia. Quien no tardó en recibir una pequeña visita en la morada donde
residía. Contrariamente a lo pensado, lo que encontraron, fue algo totalmente
inesperado.
Se dice que los hombres
decidieron entrar a escondidas en aquella casa, para evitar alertar de su
llegada a las mujeres que vivían en el lugar. Sin embargo, cuando entraron en
la morada vieron a una pequeña y grácil figura sentada frente a una fogata,
esperando pacientemente su llegada.
Cuentan las leyendas,
que la mujer, sin siquiera una palabra de bienvenida, se levantó del lugar
donde permanecía sentada y comenzó a explicar los hechos que atañían a los
hombres:
“La luna perenne se alzará sobre sus cabezas con tonos morados. El error
cometido se hará justicia cuando mi muerte llegue y siga existiendo aquel amor
no correspondido. Uno por otro fue su gran error, y lo pagará con la muerte de
aquel gran amor.” Mi madre de uno de
ustedes se enamoró, su cuerpo entregó y de ese suceso, nací yo. Cuando mi madre
fue traicionada por aquel hombre, decidió lanzar una maldición. Una maldición que destrucción involucraba.
Ahora yo estoy aquí para intentar detener esta masacre. No obstante, hacerlo
involucra la creación de una nueva raza.
Esas fueron las
palabras de aquella bella dama.
La mujer pacientemente
esperó la respuesta de aquellos aguerridos hombres cuyo rostro denotaba
confusión:
“Si
sabes la cura para esta pesadilla, sea cual fuere, te pedimos la lleves a cabo”
A partir de ese
entonces, sus caminos se juntaron. Su destino se había enlazado.
Larentia y Aion pronto
se vieron inmersos en la búsqueda de los ingredientes necesarios para
deshacerse de la maldición.
Muchos fueron los
sucesos que pasaron esos dos: desconfianza, desesperanza, suspicacia, interés,
amistad, curiosidad, confidencialidad, y sólo hasta el final, amor. Podemos
extender esta historia y narrar todos y cada uno de incidentes que unieron a
estos dos humanos. Empero, creo que esa historia es una completamente diferente
que puede contarse en otra ocasión. Lo importante de todo aquel relato, es el
resultado final, el amor que surgió entre ellos.
Cuando por fin habían
reunido todos los ingredientes necesarios para llevar a cabo el ritual, ambos
se habían dado cuenta de un inesperado sentimiento invadiendo sus pechos y
corazones. El habitualmente rostro frío de Aion, pronto comenzó a adquirir
expresiones más calidad y alegres, mientras que el desinteresado y determinado semblante
de Larentia se suavizó hasta adquirir uno más acorde a la de aquella forastera
recién llegada a Synnfa.
El amor había llegado a
sus puertas, lamentablemente éste era un suceso inesperadamente triste.
El ritual que liberaría
de la agonía a cientos de hombres y mujeres, ocupaba dos sacrificios humanos:
uno de ellos tendría que entregar su vida al dios de la muerte, mientras que el
otro tendría que entregarla al dios de la eternidad.
“Tengo
que ser parte del sacrificio, Aion. El ritual reclama la sangre del iniciador
del hechizo. Mi madre fue la que inició con todo esto, por ello, debo ser parte
de este ritual”
Fueron las palabras
terminantes de Larentia. Aion viendo este suceso, decidió ser parte del mismo
ritual que amenazaba con separarlos.
Así fue como se
decidieron los dos últimos ingredientes para el ritual. Los sacrificios.
Creo que el objetivo de
Aion era tomar el lugar que Larentia quería tomar. Ceder su vida a cambio de la
de Larentia y la de su pueblo. Lastimosamente, había algo que Aion no sabía, y
era que el ritual tomaba los sacrificios según su voluntad y necesidad.
En una triste noche de
luna llena, con la luz morada iluminando sus rostros, el ritual se llevó a
cabo. El resultado final del hechizo fueron tres acontecimientos importantes:
la muerte de Larentia, la vida eterna de Aion y el nacimiento de la raza de los
cambiaformas.
Muchas son las leyendas
de la creación de los cambiaformas, pero ninguna de ellas se acerca a la
historia verdadera.
Para que la maldición
pudiera desaparecer, los cuerpos humanos debían aceptarla dentro de ellos. En
vez de destruir la maldición, el ritual se encargaba de crear un ser interno
que tomara la maldición en su cuerpo y diera control al humano maldecido.
En otras palabras, el
ritual les concedió el don de cambiar en animales.
Lamentablemente, el
hechizo tenía una pequeña falla, y era que en cada luna llena la maldición
tomaba control de sus cuerpos y los transformaba en aquellos seres animales que
residían habitualmente en su interior.
Aion y Larentia fueron
los creadores de esta nueva raza. Ambos tuvieron que sacrificar algo para poder
crearla. Larentia dio su vida, y Aion dio su felicidad. Larentia fue condenada
a vagar por siempre en el reino de los muertos, velando por todos aquellos
seres que su sacrificio creo; mientras que Aion fue penado a vagar en el reino
de los vivos recordando por siempre la efímera felicidad que tuvo siglos atrás
y que nunca podría volver a tocar.
Pero ¿sabes? Aion y
Larentia aún tienen algo de esperanza. Aion aún puede morir.
Larentia y Aion
tuvieron que convertirse en dioses para poder crear una nueva raza. Sin
embargo, a diferencia de Larentia, Aion fue convertido en una especie de
semidios. No será un dios completo hasta que la muerte lo reclame.
Hasta que la espada necesaria para su muerte atraviese su corazón, Aion seguirá vagando sobre la tierra en busca del descanso eterno, y hasta entonces, será conocido como el hombre sempiterno.
Continuara......
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Notas: Sé que el capítulo es corto para lo que yo suelo hacer, pero creo que quedó como quería. No puedo narrar toda la historia de amor entre estos dos porque me llevaría muchísimo tiempo. Además usurparía el lugar de Conaire y Fenrir. Ya me la pensaré en hacer algo de estos dos, pero por el momento la historia así se queda.
Espero que les guste. Nos vemos en la próxima actualización.
Un gran capitulo espero el siguiente de la historia y saber que pasa en la batalla
ResponderBorrarSí que se ha hecho de esperar, pero es mejor esperar y tener un buen capítulo que actualizar antes y que el resultado no sea el que tú esperabas. Besos.
ResponderBorrarMuchas graciasssssssss
ResponderBorrarGracias por el capitulo!!!
ResponderBorrarMuchisimas gracias
ResponderBorrarholaa chicas. muchasss gracias por el capitulo, por cierto, podrían por favor revisar los enlaces de Jugadas del Destino, por alguna razón no logro acceder a ellos, me dice que ha sido removido o eliminado, les agradecería muuuuuuuuuchooooooooooooo, si pudieran arreglarlos. GRACIAS..., hasta el proximo capitulo, esperare ansiosa la conti, je je.
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