CAPÍTULO 7 LA PIEDRA BRUJA Y EL GIGANTE
Hola a todas y todos.
Antes que nada, quiero desearles una muy feliz navidad. Espero con todo mi corazón, que el 24 y este día hayan sido uno de los mejores del años; que la felicidad haya alcanzado aunque sea una pequeña parte de su ser, y que una sonrisa haya adornado sus rostros por tan siquiera un par de segundos. Sonreír es bueno, y por ello les deseo un día lleno de sonrisas.
Ahora, regresando al tema que quería tocar, quería disculparme con ustedes por mi atraso con la historia. La escuela puede ser un maldito infierno cuando llegan los finales, y una vez sales, tienes que preocuparte por las fiestas, regalos y demás. Pero ahora les traigo un capítulo más de esta historia. Recuerden que, pese a que suelo tardarme, nunca dejo mis proyectos de escritura sin terminar.
Espero que lo disfruten.
Continuará.....
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NOTAS: Prometo actualizar la biblioteca en estos días, la he descuidad mucho.
Antes que nada, quiero desearles una muy feliz navidad. Espero con todo mi corazón, que el 24 y este día hayan sido uno de los mejores del años; que la felicidad haya alcanzado aunque sea una pequeña parte de su ser, y que una sonrisa haya adornado sus rostros por tan siquiera un par de segundos. Sonreír es bueno, y por ello les deseo un día lleno de sonrisas.
Ahora, regresando al tema que quería tocar, quería disculparme con ustedes por mi atraso con la historia. La escuela puede ser un maldito infierno cuando llegan los finales, y una vez sales, tienes que preocuparte por las fiestas, regalos y demás. Pero ahora les traigo un capítulo más de esta historia. Recuerden que, pese a que suelo tardarme, nunca dejo mis proyectos de escritura sin terminar.
Espero que lo disfruten.
CAPÍTULO
7 LA PIEDRA BRUJA Y EL GIGANTE
Los sueños de muerte y
destrucción, desde la pérdida de mi pequeño hermano, me persiguen sin descanso.
La corrompida imagen de mi hermanito lleno de sangre, escoltando una sardónica
y siniestra sonrisa, mientras me acusa de su muerte; es una de las visiones
comunes que me envuelven durante la noche. El puro terror de la muerte siempre
está presente en la oscuridad de mi mundo onírico.
Por eso odio la noche,
por eso odio la oscuridad, por eso me odio a mí mismo, por eso quiero estar
muerto. Pero… sigo vivo y despierto, la vida aun corre por mis venas como las
ardientes llamas del fuego.
Y lo odio a cada minuto
que pasa, o por lo menos lo hacía hasta…hasta que llegó él.
Quiero odiarlo por
hacerme querer vivir, y al mismo tiempo
soy incapaz de hacerlo. Él se ha convertido en mi vida entera, era cierto lo
que él decía. Mis ojos observan mi mundo entero.
Y temo por ello.
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Fenrir
—La tormenta está
arreciando, mantente atento, Fenrir—la voz de mi hermano se alzó ante el
tumultuoso ruido del viento y la brisa. Una regia tormenta nos azotaba con
total descaro, dificultando nuestro paso hacia la manada.
Aparecida
repentinamente, la tormenta nos había tomado con total sorpresa. El clima había
cambiado tan sorpresivamente, que mis instintos gritaban por un efecto malévolo
de la magia para detener nuestro avance.
Rechinando los dientes
por la frustración, espoleé a mi caballo obligándolo a transitar por aquel
páramo vetusto e irreconocible a causa de la lluvia. Los árboles se sacudían
con ahínco mientras el crujido de la madera quebrándose aderezaba el
acompañamiento acústico. La tempestad estaba cobrando factura.
— ¡Maldita sea! —el
grito de Amarok me sobresaltó haciéndome perder momentáneamente le control de
mi caballo.
— ¡Amarok! —grité de
vuelta— ¡¿Te encuentras bien?!
— ¡Lo estoy! ¡Una
maldita rama me golpeó el rostro! ¡Eso es todo!
— ¡Utiliza un hechizo
escudo sobre nosotros! —Conaire gritó en un esfuerzo de hacerse oír. — ¡Eso
mejorará un poco la visión y asegurará una protección contra los objetos
lanzados por el aire!
— ¡Mis hechizos de
protección no son muy buenos que digamos!
— ¡No importa, así sea
un escudo débil, mejorará considerablemente la vista! ¡Hazlo Amarok!
— ¡Bien, pero no
prometo nada!
Transcurridos unos
segundos, pude percibir unas cuantas palabras casi ininteligibles por la fuerza
del viento. Y como por arte de magia, la visión obstaculizada por la lluvia,
junto con el estruendoso sonido del viento, se vieron reducidos
considerablemente.
—Funcionó—soltó Amarok
con alivio. —Tendremos que apresurarnos, tengo un muy mal presentimiento de
esto. La tormenta no es normal. Creo que se han dado cuenta de la caída de la
barrera.
—Siento lo mismo—secundé
con un nudo en la garganta.
Apresados por el mal
presentimiento, espoleamos nuestros caballos obligándolos a ir a un ritmo mucho
más acelerado. Los árboles y arbustos pasaban como pequeñas pinceladas de
colores por el ritmo de los caballos. Gracias a que las inclemencias del clima
fueron minimizadas, pudimos recorrer el usual camino en un tiempo record. Sin
embargo, para cuando llegamos a los terrenos del pueblo Amarok se encontraba
agotado debido al hechizo de protección.
— ¿Te encuentras bien? —pregunté
a mi hermano, el cuál se veía pálido y sudoroso.
—Estoy cansado, pero no
hay nada que temer. Me repondré. Los hechizos de protección son una de las
especialidades de Nox. No es exactamente mi fuerte.
Asintiendo
imperceptiblemente con la cabeza, fijé mi mirada ahora en la pequeña figura que
era Conaire. La piel normalmente tostada por el sol, ahora se veía de un color
grisáceo pálido; casi imperceptibles temblores se observaban en su delgado
cuerpo y unas horrendas ojeras adornaban aquello preciosos ojos negros. Conaire
se veía agotado más que físicamente.
—Conaire….
—Estoy bien, no necesito
regresar al castillo con Nox. Puedo seguir— me interrumpió Conaire sin ninguna
contemplación.
—Aun así yo…
—Seguiré adelante, aun
si te gusta como si no—sin dirigirme una mirada espoleó su caballo para
alinearlo con el de Marcus. Sintiendo un enorme nudo formarse en mi garganta,
imité las acciones de Conaire para acercarme hacia el capitán de la guardia.
—Dale tiempo—escuché el
breve susurró de Amarok al pasar junto a mí. Asintiendo con discreción tragué a
través del nudo de mi garganta. Sabía que Conaire estaba ofendido, y también
sabía que debía esperar a que se calmara un poco para poder disculparme; pero el
saber no hacía que el nudo se retirara.
—Tenemos que entrar al
pueblo—comentó Marcus una vez me vio llegar. —Pero tenemos que ser precavidos.
Si aquel trío de bastardos tienen dos dedos de frente, no nos harán fácil la
entrada.
—O la salida—completó
Amarok con voz cansada. —De todas formas, tenemos que estar atentos. No creo
que ellos tres sean los únicos implicados. Aunque parecen ser las cabecillas,
pienso que no son lo suficientemente idiotas como para arriesgarse a ser
atrapados.
— ¿Crees que haya más
traidores entre la manada? —pregunté. Aunque podía intuir la respuesta.
—Yo creo que ellos
podrían ser los únicos traidores—susurró Conaire con aire ausente.
— ¿Por qué lo dices? —Marcus
observó con atención la expresión vacía de Conaire. Con sus grandes ojos
desenfocados y su cuerpo ligeramente laxo, parecía que la mente de Conaire se
encontraba alejada del lugar.
—Porque….hay signos de
magia en todo el lugar. Además, la barrera y la repentina tormenta no es algo
que hayan podido hacer alguno de los de su raza. Deben estar aliados con alguna
raza capaz de manipular la magia.
—O con alguien capaz de
hacerlo—Marcus susurró.
El silencio se apoderó
del ambiente con pesadez. La tensión de los hechos se hizo palpable. La
situación en la que nos encontrábamos no era nada fácil.
—De cualquier forma,
nunca sabremos de quienes se tratan hasta que no los veamos por nosotros mismo—gruñí
impaciente. —Si ello creen que me asustaron con sus estúpidos trucos de magia,
están muy equivocados. Rescataré a Nahiara cueste lo que cueste.
Amarok me miró con
aprobación antes de decir—: Entonces, entremos. Si nos quedamos sentados
temiendo por el enfrentamiento, permitiremos que ellos se salgan con la suya.
No estoy dispuesto a dejar que pase.
Sintiendo mi sangre
arder con la anticipación de la batalla, me posicioné frente al escuadrón de
batalla. Amarok, Marcus y, para mi consternación, Conaire; imitaron mi acción.
—Una entrada sorpresiva
no servirá de nada, ellos ya saben que estamos aquí. Por ende, debemos estar
atentos a cualquier eventualidad. Si tienen un mal presentimiento, por pequeño
que sea, no duden en decirlo—Conaire exclamó con seriedad.
Asintiendo con la
cabeza, los tres nos dispusimos a entrar al pueblo de la manada de la luna.
Lo que no nos
esperábamos, era encontrar en tales condiciones el lugar.
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Anwar
—Han llegado al pueblo—musité
con voz socarrona a mi querido acompañante. —No sé qué diablos hiciste para que
ellos supieran sobre tu… situación. Pero, permíteme decirte que nunca lograrán
pasar al ser que los espera dentro.
—Confío en ellos—masculló
Nahiara a través de sus labios ensangrentados.
Sintiendo una sonrisa
aflorar en mi rostro, tomé su lastimada barbilla y lo obligué a mirarme. El
débil cuerpo de aquel mestizo se resistió frágilmente; sin embargo, el chico no
pudo evitar mirarme.
—Morirán—musité con
triunfo. —Ellos morirán por tu culpa. Jamás debiste haberlos llamado. Eres
débil, y por culpa de esa debilidad ellos saldrán perjudicados.
Los grandes ojos de
Nahiara se empañaron con lágrimas de preocupación y dolor. El hombre sin duda
quería llorar, pero se forzaba a sí mismo a no hacerlo, por lo menos no frente
mío.
—Ellos no morirán,
tienen mucho por lo que vivir—contestó con una confianza absurda.
—Ya lo veremos—contesté
con mofa. —Pronto lo podremos comprobar.
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Nahiara
Sintiendo la ansiedad
invadir mi pecho cuando vi salir a Anwar de la desconocida habitación, no pude
evitar derramar un par de lágrimas producto de la desesperación. Todo parecía
tan surrealista y desconocido. La esperanza que había renacido hacía algunas
horas atrás, ahora se esfumaba sin misericordia.
Después de que aquel
inevitable sueño me hiciera sumergirme en el mundo del olvido, Anwar y sus
hermanos se habían atrevido a moverme de mi cárcel sin siquiera percatarme de
aquello. Cuando me vi rodeado por bártulos extraños y olores distintos, mi
corazón brincó en señal de alarma.
Pero la sensación más
desoladora llegó, cuando la figura de Anwar decidió hacer acto de presencia en
aquel lugar desconocido. Mi mente no pudo evitar pensar “Ellos lo saben, saben
que vienen en camino” lamentablemente mi sospecha se confirmó cuando de su boca
surgieron las palabras “No sé cómo lo conseguiste, pero lograste que ellos
vinieran a buscarte”
Desde ese momento, con
el corazón latiendo a mil por minuto, escuché con cuidado todas aquellas pullas
que Anwar hacía cuando mis hermanos se veían obstaculizados por alguna de sus
inútiles trampas. Pero al parecer, la última no era tan inútil como hubiera
deseado.
Lo más lamentable era
que, tanto mis ataduras, como mis heridas; no me permitían obtener el espejos
que permanecía escondido en mi zapato. No podía advertirles sobre el peligro
que se avecinaba. Tampoco podía mencionarles sobre mi nueva y desconocida
ubicación. Y eso, mantenía mis mejillas húmedas por las lágrimas que se
derramaban sin descanso.
Siempre me había
jactado de ser una persona fuerte e independiente, capaz de salir de los
problemas por mí mismo. Pero ahora, la vida me hacía recordar cuan vulnerable
seguía siendo ante las circunstancias. Mi mente, la cual me había mantenido
fuera de peligro y hecho salir airoso de las situaciones difíciles, había sido
burlada sin piedad. Engañado a través de mi corazón, mi mente se nubló ante las
palabras y acciones tiernas de ese hombre. Acciones, que no eran más que una
elegante y bien formada actuación.
Fenrir y Amarok tenían
razón, Anwar nunca fue una persona de confianza. Él sólo tenía interés en lo
que yo podía beneficiarle, nunca en lo que podría proporcionarle. Era increíble
observar con cuantas personas de esa calaña me había topado en mi vida, y como
había dejado que cada una de ellas
hirieran mi alma sin ningún pero de mi parte. Debería haber aprendido antes a
no confiar en este tipo de personas.
Sintiendo como la
preocupación seguía latente en mi pecho, inútilmente comencé a observar mis
alrededores con mayor minuciosidad. El lugar tenía una mejor iluminación, lo
que me permitía captar pequeños detalles entre los enseres que lo adornaban.
Pequeñas y medianas vasijas de barro adornadas con intrincados símbolos y
figuras, estaban esparcidas a lo largo de las elegantes paredes hechas de una
fina madera amarilla. Las gruesas y claras cortinas de seda, estaban abiertas
para dejar entrar la luz de la única ventana visible desde donde me encontraba.
La cama donde me hallaba recostado era, si bien pequeña, sumamente confortable.
Los olores, al contrario de mi anterior celda, eran más agradables y suaves.
Todo indicaba que la habitación había estado siendo utilizada como morada.
Mi mirada siguió
recorriendo y reconociendo los trastos y adornos que se encontraban en la
habitación, pero nada llamó mi atención. Sintiendo la desazón colorear mis
emociones, me dejé caer sobre la cama cuan largo era. La acción provocó que mi
vista periférica captara un ligero brillo metálico casi obscuro, el cual atrajo
mi atención. Obligándome a incorporar con sumo trabajo, debido a mis ataduras,
alcé nuevamente mi vista en busca de aquel objeto.
Volviendo a recorrer
por segunda vez la habitación, pero esta vez con un objetivo en mente, pronto
mis ojos pudieron dar con el objeto. En una de aquellas pequeñas mesitas de
madera, ubicada en una de las esquinas; se encontraba una piedra color verde
con brillos obscuros emanando de ella.
Cuando mi vista quedó
fija sobre la piedra, una imperiosa
sensación de reconocimiento se instaló en mi cabeza. Aquella joya la había
visto antes ¿pero en qué lugar?
Hurgando entre mis
recuerdos, comencé a recordar la información que tenía sobre joyas y piedras
encantadas. Hasta que no di con el nombre de aquella piedra, fue que mi mente
procesó la enormidad del significado de este descubrimiento.
La piedra bruja se
encontraba en la habitación. Brillando con una luz aterradora pero llena de
esperanza.
Un pensamiento
persistente se plantó en mi mente, tenía que hacerme con aquella piedra si
quería sobrevivir.
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Fenrir
—¿Qué pasó aquí? —la
voz estrangulada de Amarok levantó el silencio que rodeaba al pueblo.
—No hay nadie—respondió
Conaire. La mirada de Conaire se perdía entre la total soledad del territorio y
el terrible silencio que se cernía sobre éste.
— ¿Cómo pudo pasar algo
así? —pregunté con una extraño malestar oprimiendo mi pecho. Algo
definitivamente no andaba bien.
Las estrechas
callejuelas que, normalmente permanecían vivas por el fragor de los habitantes;
ahora se exponían prácticamente desnudas por la falta de este clamor. Las casas
y calles se alzaban inmutables y perturbadoras; confiriéndoles una
característica claustrofóbica y tétrica que llenaba de angustia a todo aquel
que se atreviera a toparse con aquel lugar.
—Pongámonos en marcha—Amarok
musitó rompiendo nuevamente el enloquecedor sonido. —De nada servirá quedarnos
sin hacer nada, imaginando las posibles amenazas que podrían aparecer sobre el
camino.
—Es una trampa ¿Estás
seguro de querer hacer eso? —Conaire parecía alarmado ante la orden de mi
hermano.
—Lo sé—respondió
impertérrito mi hermano—Lidiaremos con ello.
—Pero….
—Puede haber gente
inocente rezagada en alguna parte. Gente cuya vida se encuentra en peligro. Si
es así, tenemos que salvarlos—Conaire me miró con aire crítico tras ser
interrumpido por mis palabras. Los ojos de Conaire se mostraban indecisos y
preocupados.
—No me gusta, pero
entiendo tu punto—habló el pequeño hombre tras unos segundos de indecisión.
—Preparen sus armas y
estén alerta a cualquier situación extraña—Amarok ordenó a todos sus hombre; a
lo cual, estos respondieron sin objetar.
Sintiendo aquel fuego
ardiente comenzar a correr por mis venas a causa de la inminente batalla, imité las acciones de los demás y
saqué las espadas gemelas que cargaba sobre mi espalda. Por el rabillo del ojo,
vi como Conaire y Fenrir desenvainaban sus respectivas armas. Una larga y
ligera espada fue desenvainada sin titubeos del cinturón de Amarok; mientras
una pequeña y peligrosa daga era sostenida por las largas y delgadas manos de
Conaire. Listos para la batalla, Amarok marcó con su caballo un paso ligero, el
cual, todos seguimos.
Manteniendo nuestros
sentidos alerta, nos adentramos a la aldea. Recorriendo con precisión cada una
de las calles y casas con la mirada; buscábamos rastro de alguna pieza que no
encajara sobre el paisaje. Desde pequeñas pisadas en la tierra y ramas rotas,
hasta diminutas variaciones de olor y energía. Cada detalle, por ínfimo que
fuera, era analizado por nuestros ojos entrenados para captar alguna de estas
variaciones.
Segundos que poco a
poco se convirtieron en minutos enteros, fueron pasando inmisericordes mientras
caminábamos entre las casas y calles en busca de algo, sin obtener éxito
alguno. Lo que al inicio era expectación por la batalla, ahora se había
convertido en ansiedad. Los rostros de la mayoría de los hombres se encontraban
contraídos por esta maldita sensación. No pudiendo soportar más el ambiente que
se iba generando conforme nuestra búsqueda se hacía infructuosa, gruñí de
frustración a la par que detenía en seco mi caballo.
— ¿Qué sucede? —Amarok
me miró con expectación.
—No hay nada—respondí
entre dientes. —Ni una mísera pista. Nada. A menos que alguien haya notado algo
que yo haya pasado por alto. —dije mientras observaba el rostro de los demás
hombres. Como me temía, todos ellos negaron con una expresión de culpabilidad
plasmada en el rostro.
—Si desistimos en este
momento, perderíamos todo lo que hemos hecho hasta ahora. Nuestros esfuerzos
serían inútiles—exclamó mi hermano en voz baja.
—Si seguimos, la
ansiedad y el miedo nos debilitarán—contrataqué.
—No tenemos otra
alternativa. A menos, claro, que tengas una idea en mente.
—No la tengo ¿bien?
pero si seguimos así, caminaremos a una muerte segura.
—Tanto igual, si nos
quedamos parados analizando las posibilidades.
Estaba a punto de
responderle con un comentario sarcástico, cuando Conarie con voz ahogada
murmuró: — ¿Oyen eso?
Desconcertado por la
pregunta de Conaire, cerré mis ojos y centré mi atención en mis oídos. Pasaron
algunos segundos antes de que un sofocado sonido llegara a mis oídos. El sonido
era apenas perceptible y muy espaciado entre uno y otro. Pero sin duda, había
algo o alguien que estaba emitiendo aquellos extraños ruidos.
— ¿Qué demonios es eso?
—gruñó Marcus.
—Es… como si algo
gigantesco estuviera merodeando—razoné sintiendo como mi cuerpo se estremecía.
Una imagen poco a poco se estaba formando en mi cabeza; una que definitivamente
era muy desagradable.
— ¿Estás insinuando…? —la
tez de Amarok se volvió pálida.
— ¿De qué hablan? —ahora
era Conaire quien se encontraba confundido.
—Un gigante—susurré.
Cuando la respuesta llegó a sus oídos, la expresión del chico cambió a una de
terror puro.
— ¡¿Qué hace un gigante
aquí?! —chilló el pequeño hombre con ojos desorbitados por el miedo.
—Tratar de deshacerse
de las “visitas”—respondió el capitán acentuando la palabra visitas.
—Tal vez estés
equivocado Fenrir—sugirió Conaire mientras el miedo se impregnaba en sus
grandes ojos. Sintiendo aquel instinto desgarrador inundar mi pecho, supe sin
temor a equivocarme que mi suposición no era equivocada. Un gigante era el
responsable de proteger el lugar.
Fugazmente enfoqué mi
mirada a la de Amarok, transmitiéndole la certeza que se había apoderado de mi
mente. El hombre pareció entender mi sutil comunicación, ya que inmediatamente
sus ojos adquirieron aquel fulgor preludio de batalla.
—Debemos temer lo peor,
ninguno de nosotros sabemos hasta dónde son capaces de llegar nuestros
enemigos. Coincido con Fenrir, debemos prepararnos para la batalla—las palabras
de mi hermanos alarmaron considerablemente a Conaire. El hombre parecía estar
completamente en contra de pelear con un ser tan grande.
—Mi señor—Marcus desvió
la atención de mi hermano hacia él. —No es sensato enfrentarse al gigante.
—Sí, si queremos
conseguir rescatar a Nahiara—exclamó con rotundidad mi hermano.
—Podríamos simplemente
rodearlo—dijo con simplicidad Marcus.
—¿Crees realmente que
seremos capaces de hacerlo? Ellos ya han intentado detener nuestro avance con
una barrera ¿Qué los detiene de hacer algo similar esta vez? —preguntó Amarok
con una sonrisa nerviosa adornando su boca.
—A-Amarok tiene razón—titubeó Conaire. El
miedo impregnando cada palabra. —Excepto por el camino que llegamos, puedo
sentir todos los las salidas bloqueadas por alguna barrera.
— ¿No puedes quebrar la
barrera? —pregunté anhelante.
—La barrera es
diferente a la anterior, ésta se encuentra unida directamente a un ser vivo. El
guardián de la barrera debe morir para que podamos traspasarla.
— ¿No podemos matar al
guardián si destruimos la barrera? —Amarok preguntó.
—Podríamos, pero el
poder mágico necesario para hacerlo, debe ser mayor a la fuerza física, mágica
y mental del guardián. Pelear con magia en una barrera es lo mismo que pelear
físicamente con el ser que la resguarda. Mi poder no es el suficiente para
hacerlo.
La expectativa de tener
que luchar contra un ser de semejante tamaño y fuerza, me hizo temblar de miedo
¿cómo seríamos capaces de vencer a semejante cosa?
—Yo lo haré—la tensión
que hace unos momentos reinaba sobre nuestro pequeño grupo, se evaporó lo
suficiente para dar lugar a la incredulidad que las palabras de Marcus
provocaron.
— ¿Qu-qué dices? —pude
escuchar la pregunta salir de la boca de mi hermano.
—Yo venceré al guardián—volvió
a repetir impertérrito Marcus. Su rostro era una máscara inescrutable de
decisión.
— ¿Sabes lo que estás
diciendo? —nuevamente preguntó Amarok. A diferencia de Marcus, el rostro de mi
hermano estaba impregnado de preocupación y alarma.
—Lo hago.
La mirada de Marcus se
posó desafiante sobre la de Amarok. Una lucha de voluntades se estaba llevando
a cabo a través de aquellos dos pares de ojos. El hielo adusto y firme de
Marcus, contra el fuego pasional de Amarok.
—No puedes hacerlo—fue
la respuesta rotunda de mi hermano. —Sí todos unimos fuerza, podemos vencer a
lo que sea que nos esté esperando dentro del pueblo.
—Entre mayor sea el
número de guerreros enviados, mayor será el número de muertes. A lo largo de la
historia, los gigantes han sido capaces de vencer tropas enteras de guerreros
antes de verse vencidos. Si unimos la fuerza de todos, más de alguno saldrá
muerto o herido.
— ¡Tú solo nunca podrás
vencerlo! —exclamó Amarok con furia. — ¡¿Crees que podrás hacer tú lo que
cientos de soldados no pueden?!
—Lo creo—respondió con
una tenue sonrisa, la cual quebraba ínfimamente aquella máscara de hielo que
tenía su rostro. —Lo creo y lo sostengo.
— ¡¿Acaso quieres
morir?! —gruñó Amarok.
—Quiero mantener con
vida a mi rey.
—No puedes simplemente
hacer eso. No puedes tomar tu vida tan a la ligera ¡¿No ves que puedes morir?!
—Hace mucho tiempo,
usted junto con el joven rey Nox llegaron a mí en busca de apoyo; en busca de
aceptación para vencer al antiguo rey. Pese a que yo no confiaba del todo en
usted, me arriesgué en tomar la decisión que tomé por el bien del pueblo. Esto
ya no sólo se trata de rescatar a su hermano, se trata de rescatar a un pueblo
entero. Y, si manda a la muerte a sus hombres antes de la batalla real; no será
posible recuperar a la manada. Por eso, le pido que confíe en mí, así como yo
confié en usted en aquellos momentos oscuros de nuestro reino. Le juro que no lo
defraudaré.
Las palabras de Marcus
me dejaron con un sabor amargo en la boca. Él tenía razón, no sólo mi hermano
peligraba, sino la manada entera lo hacía. Y a juzgar por lo poco que hemos
visto, esta batalla no iba a ser ni de cerca la más peligrosa. Si elegimos
pelear contra el guardián de la barrera, correríamos el riesgo de mermar
nuestras fuerzas antes de la batalla final.
—Lo entiendo—fue la
respuesta forzada de Amarok después de interminables minutos de silencio. El rostro
de mi hermano denotaba total resignación ante los argumentos de Marcus.
Claramente se podía vislumbrar la batalla interna de mi hermano por dar a
conocer su respuesta afirmativa. —Ve entonces. Pero tienes que prometerme algo
antes.
—Haré lo que sea me
pida.
—Prométeme que harás lo
que sea necesario para permanecer vivo.
El capitán de la
guardia observó a Amarok por largos segundos antes de responder: —Si es lo que
usted quiere. Cumpliré con sus deseos.
Proveyendo una última
reverencia antes de la batalla, Marcus sonrió complacido con la decisión de su
rey.
—Les deseo una larga
vida a usted y su familia—susurró Marcus antes de espolear al caballo y
alejarse del lugar. Poco a poco la alta y fuerte figura de Marcus fue
desapareciendo en la distancia.
— ¿Qué haremos ahora? —habló
por primera vez Conaire desde que Marcus se fuera.
—Esperar, es lo único
que podemos hacer ahora—contesté con pesadez.
— ¿Sabes? La mirada de
Marcus parecía cansada. Cansada y anhelante—susurró Conaire observando a
lontananza.
— ¿Qué quieres decir con…?
—Pongámonos en marcha,
será mejor estar prevenidos cuando la barrera caiga—la orden de Amarok
interrumpió mi pregunta.
Asintiendo con la
cabeza sin dejar de ver al chico, seguí a mi hermano y su caballo. Sacudiendo
mi cabeza, me obligué a enfocar mi atención en la próxima batalla. Batalla que
seguramente no sería la última.
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Moros
— ¿Has escuchado alguna
vez la leyenda del hombre sempiterno? —la pregunta que mi maestro hizo me dejó
descolocado por un momento.
—No lo he hecho,
maestro—respondí una vez recobré la razón.
—Es una historia con
diferentes matices. Algunos piensan que es una historia devastadora, otros
piensan que es romántica y unos más opinan que de esa historia aún queda por ver
el final.
— ¿A qué se refiere
maestro?
—Para que puedas
entenderlo, es necesario que conozcas la historia ¿Quieres escucharla y opinar
por ti mismo?
Dudando unos instantes,
finalmente asentí con la cabeza en señal de afirmación. Era cierto que las
historias trágicas no eran mis favoritas, pero había algo en el tono de mi
maestro que me hizo recular en mi respuesta negativa.
—Antes que nada maestro, quiero saber ¿Usted
qué opina de aquella historia?
—Yo estoy de acuerdo
con las tres afirmaciones—contestó mi maestro. —Ahora bien, ponte cómodo y
escucha atentamente.
Sabiendo que la
historia iba ser sumamente larga, me levanté del suelo donde me encontraba
sentado leyendo y caminé rápidamente en dirección del castillo. Ante la
respuesta de mi maestro, quería escuchar aquella historia. Sin duda, sería
interesante.
Continuará.....
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NOTAS: Prometo actualizar la biblioteca en estos días, la he descuidad mucho.
feliz navidad amigas esperaba con ansias este capitulo gracias y ojsla llegue el otro pronto con carino fabi
ResponderBorrarEspero que hayas pasado una Feliz navidad!!
ResponderBorrarpd: tengo muchas ganas de leer la novela .. completa..<3
muchos ánimos!!!
Besos
Hola: Espero que estéis disfrutando de estas fiestas. Me alegro de que seas cumplidora; no me gusta leer historias por capítulos porque, a veces, los autores se aburren, se bloquean, etc. y dejan la historia a medias. Gracias por continuar capítulo a capítulo. Besos.
ResponderBorrarGracias por el capitulo y Felices Fiestas a todos los integrantes del blog y a todos los que lo visitan asiduamenta, besos
ResponderBorrarMuchas gracias por sus historias, desde que pude leer el primer libro de esta serie he quedado prendado al Blog, me encantan los personajes, los sentimientos que surgen en cada párrafo, la intriga, las risas que nos ofrecen estos peculiares seres y nos dejan con el deseo de seguir cada tramo del camino, capitulo por capitulo.
ResponderBorrarPor favor, sigan adelante que desde Paraguay seguiremos apoyándolos.
Éxitos!!!
muchas gracias espero pacientemente el siguiente capitulo... <3
ResponderBorrarHola aquí poniéndome al dïa muchas gracias por el capi muy interesanre y esperando con ansias el otro, besos muack
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