CAPÍTULO 2 CAMPO DE ALHELÍS
Hola a todo mundo, como ya deben saber Sora no pudo publicar la semana pasada debido a problemas familiares que por suerte ya se solucionaron. Por lo que esperen pronto la actualización de El nieto de cupido entre mañana y el domingo. Por mientras les dejaré con la actualización de La obligación del lobo. Disfruten.
CAPÍTULO
2 CAMPO DE ALHELÍS
Nahiara
—Nahiara ¿Sabes acaso donde está tu madre? —preguntó
mi padre viendo el paisaje que la ventana proporcionada. Su mirada desenfocada
parecía buscar algo o a alguien a través de ella. Ese algo o alguien que de
seguro ya no existía.
— ¿Te refieres a la madre de Amarok y Fenrir? —le
pregunté al hombre con voz calma pero tensa.
—Me refiero a Flora, tu madre—murmuró enojado mi
padre sin despegar su mirada de la ventana. Su postura se mostró rígida al
momento.
—Ella no es mi madre, mi madre fue…—en movimientos
rápidos y certeros mi padre apresó mi garganta con una de sus grandes manos,
impidiendo que el aire entrara por mis pulmones.
—Tu madre, Nahira, es y será siempre Flora ¡¿Entendido?!
—masculló mi padre con una voz sumamente peligrosa, mientras apretaba aún más su agarre.
Como pude asentí con mi cabeza intentando tranquilizar al hombre y que éste
liberara mi garganta. —Bien—dijo mi padre antes de aflojar su agarre. El
ansiado aire del que fueron privados mis pulmones regresó con rapidez,
provocando que una intensa irritación en la garganta me hiciera toser con
desespero.
Urim se sentó sobre la cama y observó con ojos
anhelantes un cuadro que reposaba en una de las paredes cercanas. En el cuadro,
una mujer de cabellos negros y ojos heterocrómicos de color gris y ámbar
sonreía dulcemente mientras sostenía un alhelí amarillo entre sus manos. Su tez
pálida la hacía resaltar notablemente del fondo negro del cuadro. Ella sin duda
fue una hermosa mujer. Hermosa pero sin una pizca de responsabilidad.
—He estado buscando a tu madre todo el día y no he
podido encontrarla—comentó Urim preocupado. La locura tiñendo su voz.
—Padre, ella se fue ya hace tiempo ¿No lo recuerdas?
—contesté inflexible y con voz rasposa. —Ella no está aquí padre.
—Mientes, no te creo—gruñó—Ella ama demasiado a
Amarok y a Fenrir. Ella no querrá separarse demasiado de ellos, necesitan
cuidados y cariños. Dudo que quiera dejarlos desprotegidos, ella los ama.
La ira y el dolor golpearon fuerte mi pecho, puede
que Flora haya querido incondicionalmente a Amarok, pero ella nunca fue apta
para tener un bebé, menos dos. El cariño a veces no es suficiente para cuidar
de un ser vivo.
—Padre entiende…
—Nahiara, el sanador ha llegado—comentó Nikita desde
el dintel de la puerta interrumpiendo la perorata que estaba a punto de
mascullar. —Será mejor sedarlo.
Asintiendo débilmente salí de los aposentos de mi
padre con la preocupación royendo mi pecho. Padre se encontraba cada día peor,
su estado mental era más precario que antes. Tiempos difíciles se acercaban a
toda marcha, y solo había una persona capaz de detener el conflicto que se
avecinaba inmisericorde.
Con la
decisión tomada me dirigí hacia mi habitación, tenía que informar a Amarok de
mi llegada.
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Amarok
El pequeño Aurum se removía
inquieto entre mis brazos. Su carita estaba roja por el esfuerzo que le
resultaba intentar escapar de mí.
—Aurum ¿Qué te pasa
amor? —preguntó Nox mientras tomaba al pequeño bebé de entre mis brazos. Aurum
sólo se limitó a mirarme con reproche mientras se sostenía con fuerza de mi
querido Nox ¿Qué se supone había hecho ahora?
—Sólo está de mal humor—me
tranquilizó Nox viendo mi expresión de angustia. —Dale espacio, ya verás cómo
pronto querrá estar en brazos de su grande y fuerte papá.
—Eso espero—susurré
angustiado viendo la carita de reproche de mi hijo.
—No te aflijas, hoy
tenemos miles de cosas por hacer. La pequeña reunión será dentro de un par de
minutos, y Nahiara llegará en cualquier momento. Tal vez te encuentras un poco
estresado, y Aurum sintió todo ese estrés. Recuerda que los bebés son muy
susceptibles a los estados de ánimo.
—Puede ser eso—miré con
nostalgia a mi pequeño bebé que ahora jugueteaba con el cabello castaño de Nox.
—Será mejor movernos, no queremos dejar esperando mucho tiempo a Marcus.
Aun siendo ignorado por
mi pequeño hijo, los tres no dirigimos hacia la sala de reuniones que Nox y
Nahiara habían adaptado antes de que este último se fuera. Cuando llegamos,
Marcus se encontraba sentado junto con algunos guardias de su confianza.
—Perdón por la tardanza—dijo
mi esposo al ver a los hombres sentados en espera de nuestra llegada. —Aurum se
puso un poco inquieto.
Marcus con esos ojos
inescrutables observó a Aurum fijamente, poco tiempo después compuso una tierna
sonrisa y comentó:
—Así que está inquieto,
joven príncipe—murmuró haciendo carantoñas a Aurum. Aurum solo lo miró
fijamente, como intentado descifrar que era lo que intentaba decir.
—Bien ¿Podemos empezar?
—murmuré irritado. Ver a mi hijo intensamente interesando en Marcus; cuando
momentos antes había rehuido de mi presencia, me molestaba bastante. Eso y el
tremendo escozor que comenzaba a tener en la espalda.
Nox me miró con
reproche pero sin decir palabra se sentó en una de las sillas libres. Ignorando
la comezón de mi espalda, me senté junto a mi esposo. Con un asentimiento de
cabeza, le indiqué a Marcus que podía empezar.
—Alteza, como usted
sabrá, la seguridad del castillo es…
Intenté por todos los
medios prestar atención a las palabras del capitán de la guardia. Sin embargo,
la comezón que en un principio era soportable, poco a poco se hacía cada vez
más molesta y difícil de ignorar. Además,
ahora no se limitaba solamente a mi espalda. Mis brazos y pecho empezaban a
sentir los mismos síntomas.
Una vez más, intenté
ignorar la picazón que poco a poco invadía mi cuerpo. Pero esta, inexorable,
seguía afectando cada tramo de mi piel. Desesperado me removí en mi silla,
intentado aliviar un poco la molestia con el rozar de la ropa contra mi piel.
Esto solo sirvió para aumentar mis ansias por rascar las zonas afectadas.
En un inicio Nox fue el
único consiente de mi inusual comportamiento. Pero a causa de mis constantes
movimientos y mi clara distracción sobre el tema, todo el mundo comenzó a notar
que yo tenía un problema. Un serio
problema.
Sintiendo mi cuerpo en
llamas, y sin poder evitar un segundo más la necesidad primaria. Comencé a
rascarme como poseso por todos los lugares de piel que mis manos pudieran
alcanzar. Nox me miró preocupado y preguntó:
— ¿Qué te sucede
Amarok?
—Comezón, mucha comezón—mascullé
apenas sin dejar de mover ni un segundo mis manos. La sensación era desesperante.
— ¿Comezón…?—murmuró
Nox más para sí que para el resto—Será mejor movernos, tengo que revisarte.
Y haciendo gala de la
confianza que presentaba en situaciones
comprometedoras, Nox tomó uno de mis brazos y me arrastró hasta la puerta
diciendo—La junta se pospone por… tiempo indefinido. Marcus, nosotros te
llamaremos en cuanto tengamos todo controlado.
—Sí, su majestad—sonrió
Marcus preocupado.
Y sin esperar otra
respuesta, Nox me arrastró hasta nuestras habitaciones con paso veloz. Una vez
llegamos mi esposo me obligó a recostarme sobre la cama.
—Quítate la ropa—dijo
con voz autoritaria mientras caminaba hasta el pequeño lecho de nuestro hijo
para recostar a Aurum. Como no estaba de humor para hacer algún comentario
lascivo, me quité la camisa y los pantalones sin rechistar.
Con consternación pude
ver que mi cuerpo se encontraba cubierto de ronchas rojas y algunas sangrantes
por el continuo y salvaje rascado que le proporcioné a mi piel momentos antes. Nox
con ojo crítico observó mi piel, tocando con delicadeza ciertos puntos de mi dermis.
—Esto se parece mucho
a…—susurró Nox— ¿Te acercaste a algún alhelí?
—No que yo recuerde—susurré
irritado.
—Parece que es causado
por alergias. Lo siento Amarok, aun no puedo tratar alergias—yo solo gruñí
molesto. A pesar de que Nox había mejorado notablemente su poder de curación,
aun había algunas molestias que no sabía tratar. Entre ellas se encontraban las
alergias. Mi esposo no sabía cómo curar algo, cuando tu cuerpo era el que
causaba la enfermedad.
—Genial, tal vez por
eso Aurum no quería acercarse a mí —susurré. Nox me miró y asintió.
—Voy por los ungüentos,
al menos ahora no tienes fiebre—comentó Nox. Yo solo pude suspirar intranquilo.
Otra vez los ungüentos. —Amor, si no te acercaste a ningún alhelí entonces ¿Qué
causó la alergia?
Inmediatamente la
imagen de un Fenrir y Conaire sonriendo maquiavélicamente se vino a mi cabeza.
Mis instintos gritaban que esos dos habían sido los culpables, y si de algo
estaba seguro es que mis instintos nunca se equivocaban.
—Nox—él me miró
expectante mientras aplicaba la pomada—Creo que pronto dejaré de tener hermano—susurré
con rabia. Él pareció entender y con una sonrisa en su rostro dijo:
—No seas tan rudo con
él—atinó a decir Nox con una pequeña sonrisa en su rostro. — Es tu hermano
menor.
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Conaire
—
¿Viste su cara? —exclamé aun entre jadeos. La risa era tan intensa que apenas
podía
hablar. No cabía duda que molestar a Amarok era sumamente interesante. Sus
reacciones eran indudablemente divertidas.
—Amarok
siempre ha sido fácil de molestar—me contestó Fenrir con voz calma, pero con
los ojos bañados en lágrimas por la risa.
—
¿Cuánto tiempo crees que le tomará a Amarok darse cuenta que nosotros fuimos
los culpables? —pregunté. Fenrir me miró intensamente, como sopesando las
opciones.
—No
quiero admitirlo; pero, puede que ya lo sepa.
—
¡¿Qué?! ¡¿Es en serio?! —pregunté consternado. —Tu hermano es una especie de
monstruo.
—Mi
hermano sólo es muy intuitivo, y si en algún momento pensó en nosotros, lo más
seguro es que relacione el incidente con alguno de los dos. Además, tiene a
Nox. Ese hombre es ingenuo, pero no ciego. Por supuesto que pensará que
nosotros fuimos los culpables.
—Tienes
razón—solté desilusionado. —Lo mejor será huir muy lejos. No quiero lavar ropa
todo el día—susurré tapando mis ojos con un uno de mis brazos. No pude evitar
imaginar la cara de Elathan cuando se enterara de la pequeña travesura que habíamos
hecho. Casi podía escuchar la larga diatriba del hombre, y su sentencia de
aburrimiento.
—Yo
propongo que disfrutemos de nuestros últimos minutos de vida—Fenrir se levantó
rápidamente de donde se hallaba recostado. —Salgamos al pueblo —las palabras de
Fenrir me descolocaron momentáneamente.
—
¿Perdón? —miré al enorme hombre con diversión.
—Huyamos
por algunas horas—masculló. —Mi hermano ya está enojado con nosotros, no creo
que agravemos nuestro castigo con esto.
—Estoy
seguro que nuestro castigo será peor si
no nos encuentran. Pero ¿Cómo negar tu petición? —con un rápido salto,
me levanté del suelo y extendí mi mano hacia Fenrir—Vamos, tenemos que irnos
antes de que nos encuentren.
Fenrir
me miró por un corto tiempo antes de tomar mi mano y sonreír arrasadoramente,
lo que provocó que mi corazón saltara entusiasmado. Un poco contrariado desvié
mi mirada de la de Fenrir y comencé a halar al enorme hombre. Para
consternación mía, mi corazón siguió latiendo descontroladamente ante el tacto
de Fenrir. Era una sensación tan cálida y al mismo tiempo tan aterradora.
Una
sensación de pesadez se instaló en mi estómago, tenía que dejar de pensar en
ello, y renunciar a esos sentimientos tan peligrosos. Sin embargo, el simple
pensamiento de soltar su mano, era algo doloroso.
—
¿Qué sucede? —La voz de Fenrir me hizo darme cuenta que había detenido mi
andar. Sosteniendo una enorme sonrisa contesté:
—Nada
malo, sólo estaba indeciso—contesté procurando que mi voz saliera confiada.
—Indeciso
de qué—Fenrir alzó una ceja en una señal clara de confusión.
—Quería
ir al “río del agua de fuego”, pero la idea de conseguir un pequeño postre en
el pueblo es tentadora—mentí a Fenrir.
—Si
nos damos prisa podremos visitar ambos lugares y regresar a tiempo por nuestro
castigo.
—Lo
dices como si fuera algo común—me quejé.
—Pareces
un niño pequeño cuando haces ese tipo de pucheros—se burló Fenrir. —Además,
sabes muy bien que para nosotros recibir castigos es parte de nuestra vida
diaria.
No
pude evitar que una ligera carcajada se escapara de mis labios. Fenrir tenía
razón, que nos castigaran era normal. De hecho, ya había perdido la cuenta del
número de castigos que había recibido desde que llegué al castillo.
—Yo
no hice ningún puchero—dije a modo de broma. —Tenemos que irnos; sino, nunca
podremos hacer esa doble parada.
Y ahora con una sonrisa
verdadera en mi rostro, reanudé mi marcha. Era extraño como Fenrir lograba
sacudir mi mundo de esa manera, siendo que nadie había podido hacerlo nunca
antes. Con pasos largos y decididos ambos huimos del castillo para pasar una
tarde que sin duda sería inolvidable.
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Murmullos, risas y
charlas eran el principal tema de sonido que podía percibirse dentro del
pueblo. Los olores de comida se esparcían por todo el lugar. La algarabía
permanecía en su punto cúspide, ya que el mediodía era la hora más agitada del
día.
—Querías comprar algún
postres ¿No es así? —me preguntó Fenrir
mientras olfateaba la mezcla de olores y observaba con interés varios puestos.
—Así es, pero cambié de
opinión—solté tomando de la mano a Fenrir y corriendo por entre las estrechas
callejuelas del pueblo. Una idea genial se había instalado en mi mente.
— ¡Que quieres hacer
entonces!—exclamó mientras, sin soltar mi mano, corría detrás de mí.
— ¡Divertirnos! —grité
por encima del murmullo de la gente.
— ¡¿Pero qué…?!—fue lo
único que pudo decir Fenrir antes de que aumentara mi paso. El chico podía ser
un grande y malo lobo, pero yo era sin duda mucho más ágil y rápido que él. Aun corriendo, nos
dirigí a aquel lugar que fue mi hogar por tanto tiempo. Contrario a lo que
podría pensar cualquiera, ese lugar no me traía malos recuerdos. Es cierto que
la época en la que viví en aquel lugar, no estaba en la cúspide de mi vida. Sin
embargo, el vivir ahí me dio el valor de seguir adelante…seguir adelante y
encontrar un nuevo modo de vida. Por eso mismo, amaba ese lugar.
Con paso rápido,
cruzamos totalmente el pueblo de la media noche y entramos a los páramos
aledaños del poblado. Los árboles y arbustos crecían en abundancia y con gran
robustez. Los murmullos de la gente fueron intercambiados por el suave canto de
los pájaros y el rumor de la brisa golpeando las hojas de los árboles. El mismo
aire tenía un olor diferente, a tierra y
humedad.
—Dónde estamos—susurró Fenrir viendo con
admiración el fantástico lugar.
—Cerca de mi antiguo
hogar—también susurré.
—Antiguo hogar…—pronunció
las palabras con confusión.
—Démonos prisa Fenrir,
tenemos que recorrer un largo camino para llegar al portal—sin esperar su
respuesta, tomé su mano y comencé a guiarlo hacia ese pequeño punto perdido en
el tiempo.
Comenzamos con un suave
caminar, que poco a poco aumentamos,
hasta estar corriendo por entre los árboles. Fenrir y yo; pronto nos vimos
esquivando los árboles, plantas y animales que se interponían en nuestro
camino.
Así estuvimos por algún
tiempo, corriendo por entre el follaje. Yo con una sonrisa boba en mi rostro y
Fenrir mostrando confusión e interés al mismo tiempo. Sólo detuve nuestro andar
cuando pude divisar entre un par de árboles enormes un pequeño prado de alhelís
de diversos colores.
—Es por aquí—murmuré
señalando el prado de alhelís.
—Este es el lugar
donde…
—Vivía—completé. —Aun
no lo es, pero este lugar, nos llevará a aquel castillo.
Fenrir me miró por unos
segundos antes de regalarme una de esas sonrisas abrazadoras. Extendiendo su
mano ofreció su confianza hacia mí. No pudiendo resistirme a su encanto, tomé
su mano y lo dirigí hacia el prado. Una vez ahí, arranqué cuidadosamente una de
aquellas flores; y conjurando un poco de mi poder, nos transporte al lugar
donde mi vida había dado un cambio drástico.
Una vez la magia tocó
la flor, esta hizo efecto y el portal se abrió completamente. La clásica
sensación de mareo y desorientación invadió mi ser cuando los brazos del portal
nos envolvieron. Sosteniendo fuertemente la mano de Fenrir, cerré mis ojos y me
dejé llevar. Una suave exclamación, proveniente de mi gran amigo, se alzó entre
nosotros. Dándome una clara idea de que Fenrir tuvo una sensación similar a la
mía.
Al poco tiempo, la
magia que nos invadió para realizar el viaje, poco a poco comenzó a retroceder,
simultáneamente que un pequeño estremecimiento causado por el cambio de entorno
apareció. Con una enorme sonrisa, abrí mis ojos y observé con burla a Fenrir.
El hombre tenía una mueca de desagrado en su rostro. Sus ojos fuertemente cerrados
aun no lograban abrirse. Todos sus músculos se mostraban tensos. La risa que
escapó de mis labios fue inevitable, provocando que Fenrir abriera sus ojos
rápidamente.
—No es divertido—gruñó
Fenrir con voz baja. Yo sólo atiné a reír aún más. —Para de reír, es una orden.
—Tú no me puedes
ordenar nada—dije airadamente.
—Tienes razón, no
puedo. Pero tengo el derecho de intentarlo.
—No lo intentes, mejor
prepárate para el recorrido—exclamé con alegría. Y una vez más, tomé su mano
entre las mías para comenzar a halarlo.
En poco pasos, ambos
estuvimos frente a un castillo viejo y derruido. La vieja construcción seguía
siendo la misma desde la última vez que vine aquí. Las paredes frías y
avejentadas no perdían su opaco color gris. Las ventanas seguían estando
quebradas y llenas de telarañas. La madera de la puerta, mostraba claros signos
de deterioro debido a las termitas. Árboles y enredaderas se apropiaron del
castillo, creciendo sobre la construcción. Sin duda, el lugar era bastante
viejo.
— ¿Qué te parece? —pregunté
a Fenrir.
—Bastante viejo—fue lo
único que respondió Fenrir.
—Además de lo obvio ¿No
te parece mágico el lugar? —extendí mi mano hacia el castillo. Cuando recién
llegué, no pude evitar preguntarme la historia que tendría semejante páramo tan
viejo. —Acaso no puedes sentir la magia rozar tu cuerpo e invadir lentamente tu
mente.
—Que gracioso Conaire—se
quejó Fenrir. —Soy un cambiaformas, no puedo ni sentir la magia ni controlar la
magia como tú lo harías. —Mi error.
—No importa, el caso es
que este lugar está lleno de magia — Fenrir me miró con una ceja enarcada. —Te
enseñaré el lugar.
Rápidamente me dirigí
hacia la puerta de entrada y con movimientos algo forzados, debido a la edad de
la madera, abrí la puerta e invité entrar a Fenrir. El lobo sonrió y se adentró
en el castillo. No queriendo perder de vista a Fenrir, entré justo detrás de
él.
La sala de bienvenida
estaba justo como la había dejado, exceptuando por la capa de polvo que cubría
toda la sala. Los pocos muebles que adornaban el lugar eran bastante viejos y
rudimentarios. La madera imperaba entre el mobiliario, la fragilidad de los
artilugios podía percibirse a simple vista.
Los constantes flujos
de magia que podían ser percibidos con facilidad en el exterior, se
incrementaban drásticamente, hasta el punto de poder ser vistos momentáneamente
como delgados listones de colores. Estos listones danzaban exóticamente.
Enredándose y desenredándose entre ellas, fusionándose y formando nuevos y brillantes
colores. Los había desde suaves y cálidos, hasta fríos y lúgubres.
— ¡Qué demonios es eso!
—la voz de Fenrir se escuchaba temerosa. Sabiendo a que se refería conteste:
—Magia—la respuesta
dejó a Fenrir perplejo.
—Pero ¿Cómo puede…?
—Ser vista—completé—Ni
siquiera yo lo sé. Desde que llegué aquí, he sido capaz de verla.
—Cómo sabes que es…
— ¿Magia? Porque puedo sentirla. Cuando uno de
esos listones de colores toca mi piel; puedo sentir como rayos de electricidad
viajan a través de mis terminaciones nerviosas, una sensación de fortaleza
invade mi ser y mi magia se restablece con mayor rapidez cuando me encuentro
aquí.
—Esta es la sensación
de la magia—murmuró Fenrir extendiendo su mano y tomando entre sus dedos
aquellos haces de luces multicolores.
—Me pregunto que habrá
pasado—susurré sin despegar mis ojos de la figura de Fenrir.
— ¿Esto pasa en todo el
castillo? —pregunto Fenrir.
—Sí, en especial en el
templo que resguarda.
—Templo…
—Por extraño que
parezca, este lugar viene con templo incluido. Es una ganga, sólo tienes que
soportar a las molestas polillas, camas incómodas y constantes invasiones de
animales mágicos.
—Veamos el templo—exclamó
Fenrir. La sonrisa que compuso era tan grande que no pude negarme a su
pedido/mandato.
—Sígueme—respondí
mientras me daba la vuelta y me adentraba por los pasillos de la alcazaba, con
Fenrir siguiendo mis pasos.
Como era de esperarse
para una edificación como aquella, el recinto se veía lúgubre y misterioso. Los
sonidos de pasos resonaban por los pasillos, provocados por nuestro
despreocupado andar. Las hermosas luces seguían estando presentes alrededor
nuestro, haciendo que el pesado ambiente se aligerara un poco.
—Aquí estamos—señalé a
Fenrir una vez habíamos llegado frente a la puerta de acceso. —Del otro lado
está el templo; es un lugar enorme, pero absolutamente hermoso. Ese fue el
lugar donde…—cerré mi boca con rapidez al pensar detenidamente lo que estaba a
punto de confesar. Era cierto que ese lugar representaba para mi salvación
espiritual; sin embargo, al mismo tiempo estaba repleto de recuerdos dolorosos
los cuales no quería compartir con nadie.
— ¿Dónde? —preguntó
Fenrir.
—Ven, adentrémonos en
el lugar. Las luces son más intensas en el altar—me alejé de Fenrir sin
responder su pregunta. Había cosas que él no necesitaba saber, y esa era una de
ellas.
Intentando desviar mi
atención de Fenrir, fijé mi vista en la puerta que separaba el templo de la alcazaba.
Cuando mi mirada se posó en el portón, no pude evitar pensar que esta se
encontraba, aun para gran sorpresa mía, en muy buenas condiciones pese al
tiempo que había pasado bajo las inclemencias de la naturaleza. Las líneas que
formaban una misteriosa historia, se alzaban y cubrían por completo el material,
proporcionándole ese aspecto misterioso y surrealista. Las curvas y complejos ribetes,
parecían danzar sobre la madera, similar al baile del fuego sobre la madera
crepitante. Los contornos robustos y suaves parecían narrar una historia. Una
bella y mágica historia sobre el centro de la magia.
Aun cautivado por el
complejo arte de aquel hermoso portón, abrí las pesadas puertas para dar paso a
un enorme salón sin ningún rastro de luz exterior. Pese a este hecho, el lugar
estaba completamente coloreado de un sinfín de luces coloridas, las cuales
acariciaban sensualmente las paredes del templo. Formas extravagantes y
totalmente desconocidas eran dibujadas sobre las fortificaciones de piedra;
estas permanecían inmutables y, pese a su sombrío color, podía percibirse la
vida atravesando cada poro de la piedra. La piedra era el lienzo, y la magia
era el pintor de aquellas maravillosas estructuras.
Sin poder perder de
vista aquel espectáculo de colores, me adentré en el templo. Repentinamente una
franja anaranjada se acercó paulatinamente hacia mi cuerpo, y con movimientos
trémulos la magia tocó mi pecho, provocando que una sensación de calidez se
instalara en mi corazón. Súbitamente una imagen invadió por completo mis
sentidos, haciendo que perdiera un momento la respiración.
Un cielo despejado y un
bosque totalmente lleno de vida podían ser apreciados por mis sentidos. Sin
embargo, lo que más llamaba mi atención, era el bello y altivo castillo que se
alzaba entre estos dos hermosos dioses. Con colores brillantes y atrayentes, la
alcazaba parecía exudar vida.
La imagen que llegó de
forma tan brusca, se fue con la misma intensidad. Dejando un vacío ya conocido
en mí pecho. Los sucesos aunque esperados, no dejaban de sorprenderme nunca.
Sabiendo que Fenrir
nunca había experimentado nada semejante, intenté observar de reojo su figura.
El hombre se encontraba estático con sólo medio cuerpo dentro del templo, sus
ojos denotaban total y completa maravilla. Su rostro era un mar de expresiones
de impresión, alegría y desconcierto.
Desviando mi mirada
volví a centrar mi mente en el lugar donde nos encontrábamos. Queriendo sentir
aquella sensación de nuevo, me acerqué al altar, el cual se posicionaba en el
centro del santuario. Los lazos que podían apreciarse alrededor del templo,
nacían en el mismísimo altar, haciendo que la luz inundara por completo el ara.
Un confort absoluto se situó en mi cuerpo cuando toqué el suave y caliente
mármol, y simultáneamente, una sonrisa
surcó mi rostro. Pronto el sonido de pasos comenzó a hacer eco en las paredes
del templo, indicando que Fenrir se acercaba hacia donde yo me hallaba.
— ¡Es asombroso! —murmuró
con emoción Fenrir, una vez se encontró al lado mío. —No puedo creer que pueda
existir algo como esto.
—La magia es una
existencia inimaginable, que toma formas fantásticas e impensables. Ella
siempre tiene algo nuevo que mostrarnos—susurré.
—Es verdad—contestó en
voz baja.
La suave luz que
inundaba el templo, nos iluminaba tenuemente y completamente, como si estas
buscaran internarse en nuestro ser y encontrar nuestros mayores secretos. Como
si estas, se alimentaran de nuestra mera presencia.
Y con una sonrisa boba,
ambos nos quedamos observando este hermoso espectáculo, hasta que el día fue
despedido por los seres que habitábamos en el
mundo. Hasta que nuestras almas fueron empapadas en su dulce fulgor y
desnudadas ante esta asombrosa magia.
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Sin nada más que hacer
dentro de la alcazaba; ambos salimos, no sin cierta reticencia, de aquella
edificación tan maravillosa, para contemplar el paisaje que nos proporcionaba
nuestra madre naturaleza. Una vez afuera, ambos nos sentamos sobre una enorme
roca que nos proporcionaba comodidad y la más hermosa vista.
De forma vertiginosa,
la noche se cernió sobre nuestras cabezas. El hermoso sol comenzó a despedirse
del mundo con unos suaves y cálidos rayos de luz. La luna, que esperaba ansiosa
la partida del astro rey, comenzó a hacer su aparición sobre el cielo. Las
estrellas miraban impasibles este fenómeno, fulgurando intensamente,
despidiendo al sol y dando la bienvenida a la luna.
El hermoso paisaje del
bosque devorando aquel misterioso castillo nos mantenía cautivados. Las
palabras sobraban en aquel ambiente mágico. El dulce sonido que traía consigo
la noche arrullaba nuestra alma. Repentinamente Fenrir rompió ese silencio con
sus palabras.
—El sol es la vida, la
luna es la muerte, y las estrellas representan las vidas de los seres mágicos y
no mágicos. La diferencia entre las estrellas y nosotros, es que las estrellas
reciben con gusto a ambos guardianes. La
muerte y la vida tienen un hermoso balance en el cielo ¿No te parece? Tanto es
así, que nosotros deberíamos imitarlas.
La voz nítida de Fenrir
prorrumpió el silencio que se había establecido entre los dos. Las palabras
dichas como reflejo de su corazón hicieron que mis ideas se atoraran en mi
garganta. Los recuerdos comenzaron a intentar abrirse camino hacia mi
consiente. Aquellos recuerdos que había
enterrado, hacía muchísimo tiempo.
—Tonterías—no pude
evitar murmurar. Aquella pequeña frase que salió de mi boca sólo provocó mayor
daño en mi psique.
— ¿Qué dices? —preguntó
Fenrir con algo de sorpresa.
—Será mejor irnos. —Por
segunda vez en el día, me negué a responder alguna de sus preguntas.
Fenrir me observó
críticamente, en un intento de evaluar mi alma. Y sin dar señales de haber averiguado algo, simplemente asintió con su cabeza. Con un suspiro de alivio,
me levanté de aquella enorme piedra y comencé a acercarme al portal que nos
llevaría de regreso. Sin embargo, la mano cálida de Fenrir detuvo mi andar.
—Pase lo que pase,
estaré ahí para ti cuando lo necesites. Escucharé lo que sea.
Soltando mi mano,
Fenrir se adelantó al portal, dejándome mudo por la sorpresa. Las lágrimas
pugnaban por salir; mas no dejaría que ninguna surcara mi rostro. Suspirando
nuevamente tomé un poco de valor y alcancé a Fenrir quien ya se encontraba
esperándome en el linde del portal.
—Gracias—susurré en voz
muy baja, antes de tomar un alhelí amarillo y verter mi poder en el para
transportarnos.
Sin voltear mi mirada
hacia Fenrir, agarré su mano y nos dirigí hacia el castillo. Tal vez algún día
podría decirle mi secreto a Fenrir. Tal vez él me entendería por completo. Tal
vez mi carga se haría menos pesada. Tal vez el me escucharía por completo.
Tal vez, y sólo tal vez
Fenrir podría reparar mi corazón.
Continurará.....
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Notas finales:
Quiero agradecer primero a ustedes lectores por ser tan pacientes con nuestra querida amiga Sora. En verdad estamos agradecidas por su linda y comprensible actitud.
Además quiero agradecer a Sora y Satara por ayudarme a crear la escena de la alcazaba. Ellas me dieron una idea increíble para narrar dentro de este capítulo.
Espero que tengan una increíble tarde.
Hola :)
ResponderBorrarGracias por el capi, buen fin de semana!!!
Que lindo capi, mil gracias Pergra y besos a todas
ResponderBorrarMe alegro de corazón que los problemas de Sora se hayan solucionado.
ResponderBorrarTambién quiero darle las gracias por este nuevo capitulo sjagsfhsfhasf
Gracias por el nuevo capitulo me ha encantado estoy deseando leer el siguiente capitulo de la historia y mealegro que los problemas personales de Sora se hayan arreglado y poder disfutar de otro capitulo del nieto de cupido, besos
ResponderBorrarmuchas gracias por el nuevo capitulo a sido estupendo
ResponderBorrarHola gracias por el capitulo , me encantó así como el primer libro. Esperare con mucha impaciencia el próximo capítulo. Gracias y buen fin de semana
ResponderBorrarmil gracias :D
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